viernes, 17 de junio de 2011

¿Y los converse?

Las gruesas gotas de agua caen sobre mi cuerpo, a lo lejos solo distingo el sonido del agua cayendo por el drenaje, mis oídos están tranquilos, hace tiempo que no se sentían tan en paz, tan agudos pero a la vez tan fugitivos del escenario, están inertes en su propio mundo. Mi mente sigue en blanco, o es eso lo que yo quiero creer, dejar de pensar y solo actuar, dejar de lado pasiones, sentimientos e ideas y solo actuar por el mero instinto de supervivencia. Salgo de la regadera y seco mi cuerpo con una toalla color verde olivo, la extiendo sobre mis brazos y una sonrisa fugitiva se logra marcar sobre mi rostro, recuerdo Tapalpa... (¿y tu?)

Me tiro sobre la cama, me quedo sin prenda alguna, el frescor de mi habitación reina en aquel momento y no quiero romper la delicada sensación de alivio en mi cuerpo, siento como los músculos se aflojan, siento como la humedad de mi cuerpo comienza a desvanecerse y con ella pequeños fantasmas que me han sigo a lo largo de mi vida. Decido por fin vestirme, tomo lo primero que veo en el armario sin importar el color o la textura de las prendas. Camino hacia el librero y reconozco el color azul de una libreta un poco olvidada, una libreta que representa una parte importante de mi vida, es algo parecido a un diario, pero es algo más significativo, en esa libreta se encuentra mi historia de vida…son todos los textos que he escrito, todos y cada uno de ellos, sin excepción. Me recuesto en el suelo tibio por este calor y hojeo aquel cuaderno entintado con historias; llego por fin a la que buscaba, fechada en un 3 de Enero de 2010 la historia comienza con el título “La chica de los converse”…sonrío, es una historia ya conocida por muchos, leída en mi blog y en la revista “los nadie”, y me da risa el hecho de que pocos sepan que soy yo. La chica de los converse, esa niña que paseaba por las calles céntricas del D.F., el chavo de la chamarra marco 4 años y medio de mi vida son reales. Dejo caer la libreta al suelo y suspiro, ¿Quién conoce nuestra historia? me interrogo, “las calles del D.F., los parques de Guadalajara, Tapalpa y la Selva Chiapaneca, tu casa y la central de autobuses… tu y yo”

Me pongo a pensar si la pregunta es correcta, si es correcto hablar de “historia” y llego a la conclusión de que lo es, ¿sabes por qué?, porque eso somos, una historia, una gran historia, porque hay historias de vida que llegan a su fin, que son mejor frenarlas antes de que comiencen a herir, antes de que lo bello se torne cruel y terrible, antes de que te hagan llorar nuevamente.
Recuerdo la plática que tuvimos el día que viajaste a Chiapas, y aún puedo citar nuestras palabras…-Las segundas partes no son buenas, a menos de que sean de una obra teatral-, -o la segunda parte de un libro.- Ahora no se si sea cierto lo que dijimos, honestamente no sé si las segundas partes en verdad existan. Me pongo a pensar que desde tu regreso me he dado cuenta de que las cosas deben frenar, porque a pesar de que fuimos importantes el uno para el otro ya no somos los mismo, ya no podemos seguir aferrados a las “historias”; -vos puedes contar conmigo y yo con vos- tus palabras de hace unos meses, y ahora yo te digo lo mismo, puedes contar conmigo, sin importar las cosas y las circunstancias sabes que puedes contar conmigo… pero siendo compañeros de vida. No sé si te quedes en Guadalajara muchos años o regreses nuevamente a buscar la libertad, pero si sé que la chica de los converse y el chavo de la chamarra han firmado el FIN de esta historia…lo siento, pero es lo mejor, y lo sabes.

En el suelo de mi habitación yacen la libreta azul y una pluma de tinta negra, ahora leo nuevamente a la chica de los converse, pero esta vez fechado un 17 de junio de 2011 intitulada “¿y los converse?”, y esta vez ella ya no llora ni espera la promesa, ella sonríe en paz, tranquila y feliz…esta vez ella ah dejado un fantasma atrás. Una historia por fin culminada.

El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.