miércoles, 18 de septiembre de 2013

"¿Por qué no me dejaste tirar la silla, mamá? ¿por qué no me dejaste sentir como se humedecen mis brazos? ¿o por qué no me dejaste soltar aquel frío metal curveado, mamá?"
Dijo una joven marchita, una noche cualquiera, en una ciudad cualquiera.
Dije.

martes, 17 de septiembre de 2013

He de confesar que soy demasiado débil para olvidarte, para no intentar buscarte en las huellas de los demás. He de confesar que no puedo encontrarte en la tinta de los otros, que me desilusiona saber que aún nadie puede superarte. Lo acepto, tu crueldad aún vive debajo de mi colchón, en las marcas de mis piernas, en mis hombros, en mi espalda, en mi cadera, pero sobre todo en mis silencios...

miércoles, 11 de septiembre de 2013

De dos amores cobardes.

Y esto fue lo que le dije a aquel desconocido:

"Me alegra que nos hayan presentado en esta fiesta, a veces no basta con lo que tu amiga te cuenta acerca de "ese alguien", a veces es necesario conocerlo para entender porque alberga en esa persona tal sentimiento. 
Sé que no te conozco, que somos sólo dos simples extraños, pero permíteme esta noche llamarte "amigo", porque al final de la velada, estoy seguro, seremos eso, amigos. 
¿De qué podría hablarte, amigo, sino de ella? De esa mujer sensacional, maravillosa, que vuelca la noche fría y sola en una melodiosa mañana de verano, cálida y acogedora. Sí, de esa, nuestra amiga en común, de esa mujer que hoy nos presentó, esa mujer en la  que alberga aquel sentimiento. 
Tal vez, y espero equivocarme, no sepas cuan sensacional y especial es, es posible que no entiendes que esa mujer lleva más que una sonrisa en su rostro. Sabe mantenerse a flote a pesar de tener problemas, de sentirse asfixiada, no siempre, por la vida. No sé si entiendas que esa mujer es una luz, es esperanza. Que brinda un goce de sólo verla sonreír por un mal chiste. Que la luz que emana su mirada llena de tranquilidad cualquier espacio caótico, cualquier mente en depresión. 
Amigo, ¿qué no podría contarte yo de ella, que no sepas ya?. Pero claro, ¿quién soy yo para decirte "no la dejes ir"? No lo tomes a mal, pero como lo sabes ya, ella y yo somos buenos amigos, de no ser así, esta noche no me habría traído aquí. A lo que me refiero es que ya conozco su historia, y no es que me entrometa, pero amigo, en verdad es la mujer ideal, no entiendo como puedes dejarla ir, así de simple. 
Sé que amar asusta, a veces lastima, pero dime ¿cómo podría esa mujer lastimarte a ti, si tú ya la tienes ganada? Sonará posesivo, pero en vocabulario poético, ella ya es tuya, te pertenece en cuerpo y alma, porque te ama. Sé que esto no es nuevo para ti, sé que lo sabes, lo sé amigo, lo sé.
¿Por qué negarte entonces, porque no intentarlo? 
Ella es alegría y coraje, es fiel a sus convicciones, y por tonto que parezca, ella es bella aún con su a veces arrogante carácter, es graciosa aunque no quiera serlo y tiene la espalda más bella del mundo. 
Ella es mi amiga, lo sé bien, por eso te digo todo esto, porque ella te pertenece, es tuya, toda ella es para ti,  sus labios ya lo saben, porque ya han compartido besos, ¿una vez más, explícame, si sus labios sólo claman los tuyos, cómo no podrías amarla? 
Es la mujer que todo hombre ha soñado y ella sólo tiene sueños para compartir contigo, así que amigo, esta noche podrías llevarla a aquella banca, sostener su mano y decirle "intentémoslo" para que ella diga lo que tal vez nunca escuche yo ni ningún otro hombre: este es nuestro presente, vivamos sólo tú y yo. Te quiero. 
Pero claro, ¿quién soy yo, sino un desconocido, un amigo, su amigo? ¿quién soy yo, sino un simple cobarde que jamás se atreverá a decirle a ella todo esto? 
Así que puedes aprovechar esta mágica noche, dejar de ser cobarde y ahora que se esta aproximando a nosotros dejar de sentir miedo, sonreirle como ella lo esta haciendo ahora, y simplemente amarla."

El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.