Antes de empezar, quiero aclarar algo a la Fiscalía General del Estado de Jalisco y al Señor Enrique Alfaro: No soy una persona con un perfil falso, tengo un nombre real más allá de "Extranjera en el 8-C", respondo, en el mundo real, como Ana Rivera, ciudadana mexicana, con residencia en Zapopan, Jalisco.
Lo siguiente no es ficción.
Dicho lo anterior, comenzaré mi narrativa.
Hay fechas que no olvidas, para mi fue aquella noche del 23 de Diciembre de 2015, las 9:00 p.m. a media calle de mi hogar, la hora usual en la que solía regresar del trabajo, a media cuadra del lugar más seguro para mi.
Fue la noche en la que el pensamiento más vil, machista y retrógrada ha invadido mi vida, fue la noche en la que me recriminé idiotamente el utilizar falda y botas altas, por usar por la calle ropa "provocativa", dirían las personas que culpan a las mujeres que son violentadas y vejadas, de la agresión sufrida. Que tontería, ¿no? El ser la víctima y aún así culparte de ello.
Fue la noche en la que el instinto me hizo correr al primer sitio con luz y abierto al público. Correr al ver que un sujeto que bajaba a toda prisa, de una camioneta que me alcanzó en el camino, me quería llevar consigo, un sujeto que me dijo "sube", fue la noche en la que temblaba como un pequeño cachorro, fue la noche en la que a media cuadra de mi casa me sentí tan vulnerable que tuve que llamar para que fueran por mi, porque me era imposible caminar media cuadra yo sola para poder sentirme al fin a salvo.
La noche en la que un lugar de venta de alcohol me salvo de ser una mujer que engrosaría la lista de desaparecidas, para que el 8 de Febrero del año en curso, el gobierno del Estado de Jalisco emitiera la alerta de género.
Yo estoy bien, pero me indigna, me enoja sobre manera leer los comunicados -indiferentes- de la Fiscalía General del Estado de Jalisco, de Alfaro, de todos aquellos que dicen que todos estos perfiles de mujeres que se han salvado de ser una desaparecida más, todos estos testimonios sólo son guerras mediáticas para alimentar la psicosis colectiva.
Yo sé que no todo hay que creerlo, y sé que en el mundo hay muchos bandos, pero sé también que los testimonios son reales -yo era de esas mujeres que aunque creía que esto pasaba, no creía que me pudiera pasar a mi-, sé que hacer caso omiso de ellos es colaborar con la violencia, con la indiferencia, que tristemente, a pesar de tener una alerta de género, el gobierno mantiene.
Yo esperé cerca de 20 minutos a que acudiera mi familiar por mi, y en todo ese tiempo ninguna patrulla pasó. Quería creer que como esto me sucedió en Diciembre de 2015, antes de que se emitiera la alerta de género, fue el motivo de que no existieran medidas para erradicar la violencia a las mujeres, de que no pasara ninguna patrulla, vaya, pero me entristece leer los testimonios de aquellas mujeres a las que le ha pasado y que tampoco han podido ver alguna mejora en el sistema.
Por mi parte, estoy bien, me cuido, y no me recrimino más el usar falda o short, de vestir blusas sin mangas o no usar chamarra, de usar tacones, porque nada, absolutamente nada justifica la agresión. Llevo siempre el celular con crédito y hace tiempo que bajé la aplicación "el botón de pánico" de la FGE (que en verdad espero sirva de algo).
Amigas, amigos, cuidémonos, y si el gobierno dice que todo es farsa, que todo es para crear psicosis, entonces hagamos lo mismo con ellos, seamos indiferentes a sus "comunicados" que no son más que publicaciones en redes sociales -merecemos, por lo menos, un comunicado como es debido, en regla, en forma, porque esto que se vive en el Estado no es para nada una broma pueril- y cuidémonos a nosotros mismos, entre nosotros.
Amigos, cuidemos a nuestras mujeres. Amigas, cuídense, y si creen que que están en peligro, no lo piensen dos veces, corran y pidan auxilio.
Ana Rivera.