martes, 26 de abril de 2016

No era una calienta huevos.

Ya se habían ido todos mis amigos, pero yo seguía allí, esperando a  que llegara, sin saber que llegaría, pero esperando, seguro por una pinche corazonada, de esas que no te explicas pero están allí. Yo no sé porque  se había ido mí mejor amigo, pero seguro si la hubiera visto se quedaba como yo, viéndola con esa prenda interior usándola como blusa, así como no queriendo coquetear pero con las tetas por fuera con su lencería color negro, y mi mejor amigo ya sabe como me pone ver una mamacita con encaje, y luego, si la hubiera visto con sus labios bien pintados, así como un rojo bien profundo, de esos que te dicen “bésame, muérdeme”.

Ni para que se las hago larga, pero es que si hubieran estado esa noche conmigo, seguro se la hubieran comido igual. 
Pues total, que yo estaba en la barra, con mi trago a medio acabar, con las pinches ganas de ya irme y dejar de escuchar a ese Dj chafa, por el que me cobraron 50 pesos al entrar, maldito bar de mala muerte con tachas en los baños, hasta creen que yo les iba a comprar esas mierdas de drogas que han de estar más ordeñadas que una vaca.


Allí estaba, ya por irme, ya cansado y harto de esperar sin saber qué es lo que esperaba, y que la veo subir, con su pantaloncito negro bien ajustado a las nalgas, unos tacones y sus tetas bien saliditas del escote de su ropa interior que usaba de blusa. La vi pasar frente a mí, y ella ni me vio, dije “pues, ya qué”, pero sabe porque maldita razón decidí quedarme, yo creo que por masoquistas.

“Pues si me va a rechazar que por lo menos me vea”, me dije, y  me quedé bien puesto en la barra. En eso que volteo un poco como a mis 9 y que la veo a ella,  también en la barra, con dos pinches vatos, bien vestiditos, más fresitas que mi mejor amigo y yo,  y con otra mujer, guapa también, pero muy delgada para mis gustos, ya saben, a mí me gustan así, piernuditas, que tengan de dónde agarrar, con sus cintura marcadita pero con carnita.

La vi parada frente a uno de sus amigos, bien puesta en la barra con un caballito de no sé qué cosa, tequila seguramente, porque traían limones para chuparlos después del trago. Ni les cuento cuando chupó el limón, juro que sentí como me cosquilleaba aquello, una punzadita y dije “la tengo que conocer”.

Le di un traguito a mi vaso casi vacío y me entraron unas ganas de voltear a verla, y pues ya saben cómo es uno de pendejo que no quita la mirada de unos labios bien rojitos. Entonces  le clavé la mirada, y que bajo y le veo las tetas, así bien paraditas enmarcadas por un encaje muy finito, y que me quedo allí viendo, y sabe porque razón subí  la mirada, algo me estaba diciendo que ya le quitara los ojos de encima, y pues total, que la subo y allí estaba elle viéndome y riendo de mi pendejada de verle las chichis, pero viéndome, y la verdad es que me puse feliz,  porque  eso quería, que me viera por lo menos, aunque me rechazara.

Total, que la veo directito a sus ojotes y que me sonríe la muy cabrona, pero de esas sonrisas coquetas que te dicen “ven, quiero cogerte”. Y saben, uno pues ya borracho es un pendejo, y que le hago así con la mano de ven, y que se vuelve a reír, pero luego luego me dice con su boquita y sus ojitos que yo vaya  a donde ella. Pues sí quería, la neta de eso pedía mi limosna, ya la había sabroseado desde que llegó, pero que me da sabe qué porque estaba con esos dos amigos suyos, riendo y bebiendo como si ni siquiera me estuviera coqueteando.

Me vuelve a  sonreír, y  le vuelvo a decir que venga, y que me hace la misma, me insiste que vaya.  Entonces, ya entonado, me empiné el trago, y que volteo y que ya no me está viendo, esta risa y risa con esos vatos. Y ni sé de donde, verdad, el alcohol seguramente, pero que saco valor y que voy, me pongo bien plantado frente a ella, y me mira como diciendo “ahora que vas a hacer, no que muy machito” y que sus amigos voltean y pues que me entra la de “mejor que digan aquí corrió que aquí quedó”.

Ya me sentía fracasado, y que abro la boca, ni idea de donde salió esa voz, pero que digo, “¿disculpen, viene con alguno de ustedes?”, el más educado, ahora resulta que me dio por ser un refinado caballero, puro miedo pues qué. Y pues nada, que uno de ellos me ve con cara de “pinche estúpido, tú qué, mejor vete” y me dice bien clarito, “sí”, y  todos se le quedan viendo, y el otro, más alivianado, la toma del brazo y me la avienta, juro por esta, así como regalándomela, en bandeja de plata, y me dice “no”, y que la agarro de la cintura y la alejo de eso pinche circo.

Me le quedo viendo sus labios rojitos, así carnocitos, que estaban esbozando una sonrisa y pues así nomas que le digo “quiero besarte”, y pensé que ya la había regado, que era un bruto directo, que por lo menos le hubiera dicho mi nombre o qué se yo, y pues nada, ya me sentía derrotado, pero en eso la bonita me dice “yo también”, y  me saqué de onda, la verdad, no me la esperaba. En eso sentí su mano en mí nunca y que me planta un besotes de esos, con lengua de uff, neta de esas morras debería haber más, que muevan la lengua;  y pues ya entrados que la aviento a la pared en el lado oscuro del antro ese, la arrincono y me la beso más cachondo.

Allí estábamos, bien entrados, bien  pinches calientes, me mentía la lengua tan sabroso, que les  daría envidia,  y en eso que me muerde el labio, la muy cabrona me sacó de pedo,  “que chingados”, y que me separo, pero la veo con sus ojitos de niña juguetona, y dije “de aquí soy”, y que la aviento más a la pared, me dije “te gusta rudo, pues toma culera”, y pues que la muerdo también, así, fuertecito para dejarle un cardenal.

 Ya sabrán, con todo esa escena, sentía crecer aquello. Me la quería llevar ya para otro lado, ya la tenía bien caliente también, porque le agarre así como que no queriendo la cosa una teta,  y pues no reclamó ni nada. Y ya estaba por decirle, y que se separa, frena en seco, de la nada, y que se da la vuelta y se va para donde sus amigos. “Que chingados, ni madres”  me dije, y que la tomo de la mano, la volteo, la beso, me besa, pero se separa. A chinga, me sonríe bien coqueta pero dice adiós con esa boca ya casi sin labial. Y pues ni modo que la forzara, pues claro que la dejé ir.

No tienen ni idea de que tan pinche caliente me dejo, ya la tenía casi parada, ya sabrán,  y pues mejor me fui por un trago,  todo derrotado, pinche vieja calienta huevos, me iba diciendo, ¿Por qué me deja agarrarle la teta?, que chingue su madre. Pero llegué a la barra y seguía prendado de sus besos, es que no se pueden imaginar la forma en que me besó, eran señores besos, no cualquier simpleza  de niña modosita. Pero pues ya que, ya me había calentado todo y me había dejado así.

Me bebí el trago ya para irme a la casa, todo resignado. Ya estaba por las escaleras, y sabe porqué, pero un impulso me hizo regresar, y es que la calienta huevos neta estaba así como me encantan, y pues allí estaba frente a su grupo de amigos nuevamente, y por pura estupidez le dije “ya me voy”, claro que se quedó  viendo con cara de “pinche pendejo, eso qué”, y pues la neta yo también hubiera pensado lo mismo, pero te digo que me traía bien volado y caliente, y que me dice “Adiós”, pues qué más sino.  

Vuelvo a tomar el pinche valor cavernícola y que la arrincono nuevamente, me la beso una vez más, y le digo al oído “¿me pasas tu número?”, porque pues después de todo eso, pensaba que ya la tenía bien trabajada, y ya casi sacando mi celular para que lo apuntara que me dice “No”, así nomas, bien pinche seca la muy hija de la chingada, y que me saca de pedo, que se separa de mí y me aleja con las manos, me dice “ya te ibas”. Ya me conocen, y por más que me tuviera bien caliente y que me fascinara la mujer, pues ni madres que le iba a rogar. Nomas nos reímos, me dio la espalda y allí se quedó, con el culo bien marcado en  su pantalón.  

Y pues ya qué, me tuve que regresar, con las ganas quemando mí cuerpo, bien pinche caliente. ¡Ay!, es que si les hubiera tocado a ustedes, si le decían algo por calienta huevos, pero la neta es que estaba tan bonita, tan sabe cómo, que la entiendo.

Ahora que lo pienso, no era una calienta huevos, yo fui un estúpido, por emocionarme, al final nunca me prometió nada, ni sexo casual ni nada, solamente nos dijimos “te quiero besar” y eso, hermanos, de ley, que lo hicimos, y lo hicimos muy bien.


El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.