A estas alturas de la vida. uno ya anda simple y sin complicarse en cuestiones del corazón, porque uno ya apostó las habichuelas y se quedó sin ellas; mejor hubiera sido tirarlas, tal vez hubiese sido productivo y ahora fuera una especie de Jack. Porque bueno, de nada sirvió amar, más que sumarse a la lista de todos aquellos que siempre han pensado que no vale la pena apostar por los sentimientos.
Y nos los culpo, estamos en pleno siglo XXI y hay más cosas interesantes que hacer que ponerse de sentimentales y andar por el mundo sin un escudo, vulnerable ante todo. Mejor me pongo a andar en bici y a chiflarse a las mujeres que encuentre atractivas, las miraré y sólo eso haré, ya no las abordaré más, ya no preguntaré números telefónicos con la esperanza de encontrar a mi alma gemela, porque no tiene caso gastar en eso las habas que guardé para seguir en el juego de la vida, mejor las apuesto por mi mismo, como dicta el canón de este siglo, porque aunque muchos modernos vayan por el mundo con el estandarte de que estamos en una nueva era de cambios a autorealizarse en lo espirirual, lo cierto es que aún le rezamos a Dios dinero, aún vamos con miras a la realización laboral por el mejor puesto, porque no hay más.
Soy un hombre de 30 años que vive solo con su perro Pedro, y creo que él ha sido el único ser vivo en mucho tiempo del que podría estar seguro que emana el más puro y sincero sentimiento del amor. Ese pitbull me ama, y lo cierto es que yo a él, hasta creo que come mejor que yo, el condenado. Ya intenté darle compañía nueva a Pedro, pero la mujer salió corriendo cuando le dije que la amaba, que si íbamos en serio, a pesar de llevar ya más de 5 meses de relación, la cuál, creo que ella no había entendido, ahora que lo pienso, tal vez el error fue que ella nunca estableció bien que es lo que quería de mi, era la chica con el pensamiento pragmático del siglo XXI
Entiendo perfecto que la culpa no es del siglo en si, sino del ideal, de lo que hemos decidido creer de él. No culpo totalmente a mi generación ni a las venideras, tampoco la culpo a ella, la culpa es mía por salir de la recta vacua del sin sentimiento y querer agarrar la curva de lo emocional.
Soy culpable por haber amado, lo acepto, pero si ahora he decidido erradicar de mi todo sentimiento, culpo parcialmente a esta sociedad infantil e irresponsable, porque han adoctrinado a mi generación a ir a un ritmo acelerado, un "tanto tengo tanto soy", que ahora el autoconocimiento, que incluye lo emocional parece en gran medida algo superfluo en las vidas.
Mejor me quedo sentado observando las pocas parejas que luchan en pro de una madurez emocional, mejor ser espectador que un participante herido. Porque no estamos preparados para tal misión, porque somos unos simples.
Declaro que desde este momento, yo, Diego Saldaña, a mis 30 años de edad, en pleno uso de mis facultades mentales, iré a un ritmo hiperacelerado, no apostaré por los sentimientos y sólo viviré de noche en noche, de cama vacía y mañana fría.
Ya lo dijo A. R. Orange «El amor consciente engendra amor consciente. Es raro entre los seremos humanos por varias razones, entre ellas, porque la gran mayoría son niños que quieren ser amados pero no amar.»