miércoles, 18 de octubre de 2017

Pasarán tres meses, pasará el otoño. Pasaremos.

Ya llevo tres tazas de café, le puse play a la música que me hace deslizar los dedos por el teclado y he decidio escribirte una carta. 

¿El motivo? Porque la vida son dos días, porque el sol que se filtra por la venta está bellísimo y llena de calor la oficina, porque el sol me renovó, pero sobre todo,  porque a pesar de todo extrañaré lo nuestro. 

Me dijeron que las cartas logran liberar un pedacito de alma y por eso estoy aquí, intentando liberar aquellos demonios que me hicieron soñar, creer en un futuro. No me voy, no te dejo, pero sé que me harás falta, porque somos dos plumas al viento que llevan coordenadas diferentes, somos esas líneas paralelas que duelen.

Un sorbo más al café y mis labios se siente calientes, y en un deseo desesperado buscan la complicidad de los tuyos, pero todo esfuerzo es en vano, porque formamos un iceberg, porque nos prohibimos, porque nunca nos prometimos nada, es cierto, porque me soltaste. 

Pasarán tres meses, pasará el otoño, pasará lo nuestro. Pasaremos. 

Nos debemos la playa, nos debemos el festival, dejaremos que los obsequios de navidad lleguen por estafeta, o no, tal vez sea mejor que lleguen de mano a mano, con un abrazo y un "lo siento, te quiero",  porque esta complicidad que va más allá de las sábanas, la sala y cada rincón seguirá allí, porque los atardeceres desde tu ventana serán siempre mi más grande fascinación. 

Dejemos que pase la tormenta, mi tormenta, que se vayan las dudas y entonces, así como la última gota de café en el fondo de la taza, así quedemos, libres de saturación emocional, libres de poder amar más allá de los dos.

domingo, 18 de junio de 2017

Ambos perdimos.

No me enteré hasta esta mañana en la que desperté deseando tu perfume, ambos perdimos y es cruel revelar la verdad.

Te perdí y me perdí. Te perdiste y me perdiste. Hoy nos perdimos.

Me encontré soñándote, intentando recordar como se ve  tu cabello castaño al aire y tus piernas desnudas cuando usas vestidos.
Tal vez fueron las flores que nunca te envié y que siempre deseaste recibir en la oficina. Tal vez fueron tus atenciones hacia mi, quizá la cobardía de los dos,  el caso es que perdimos.

Nunca te dije cuánto deseaba besar tus labios cada anochecer, nunca te dije lo importante que eres para mi, quizá los pequeños detalles me parecían justos, ahora me doy cuenta de que no fue así.
Te perdí, me perdí.

El aire se cuela por la ventana y me percato de que tú ya estás infiltrada en mi corazón, abriste una puerta que creía cerrada, imposible.
Creo que esa es la razón por la que me aterra tenerte siempre tan contigua, por la que prefiero fugarme, desaparecer ocasionalmente de nuestro radar.

Eres bella y yo nunca te lo dije, es mi error y lo reconozco. Eres aire, tan volátil, y apenas me doy cuenta de que unas palabras mías te hubieran hecho pesada y de esa forma te hubieses podido quedar a mi lado. Fallé.

Ambos perdimos. Te dejé ir por miedo. Me dejaste ir por miedo. Nos dejamos ir.

Hoy te perdí y no sé si pueda hacer algo por recuperarte, para que te quedes adherida a mi corazón. Tan mía, tan tuyo, porque te amo.
Ambos perdimos, yo te perdí, yo te alejé, perdón.

viernes, 9 de junio de 2017

Líneas paralelas.

Que te enamore no quiere decir que te apasione.
El hecho de que algo lograra entrar en tu sistema y te haga sentir feliz, no significa que es algo que te mueva, que te haga vibrar.

Somos tan prácticos que a veces eso nos aleja de nuestro sueño.
Trazamos caminos que nos mantienen como líneas paralelas, a veces tan contiguas y a veces tan remotas de nuestro sueño,  pero siempre imposibles de chocar, quimérica esa pasión, ese latido que de a poco a poco se debilita y que a cada pausa marchita nuestro corazón. 

Nublados están aquellos anhelos,  aquella tinta seca y esas hojas arrugadas gritan desesperadas por revivirme, pero ya hace tiempo que cedí,  que dejé de luchar, me rendí.  No hay esperanza. 

Que te enamore no quiere decir que te apasione.
Qué lejos estamos ya de cumplir utopías adolescentes,  y confuso es ver que  dejé de ser esa, la Ana irreverente.
Una mañana  me construí un barco de papel y simplemente me dejé llevar por nuevos amores, dejando en el puerto los diarios, los bolígrafos, las palabras.

De pequeña nunca me enseñaron a luchar por las pasiones, y no los culpo, porque eso no se enseña, sino se aprende en el camino, cruzando pantanos, atravesando sendas escabrosas,  sangrando.  Escribir es igual, por algo el papel corta, y duele aceptar que mis manos intactas están.

Las pasiones renuevan, embriagan, magnifican, y hoy estoy tan sola, tan endeble,  tan insignificante.

Es mejor  decir adiós, tomar el último aliento y dar gracias por el medio decalustro.

Ser etérea,  pasajera, pero lo que enamora no apasiona,  cierto, pero lo que apasiona, por más apartado que esté, por más imposible que sea, nunca, en verdad nunca, deja de hacerte existir

lunes, 10 de abril de 2017

De los hubiera no se vive y de los recuerdos se aprende.

Cuántas veces no escuchamos a nuestras madres, abuelas, padres y abuelos decirnos una y otra vez aquel viejo dicho "El hubiera no existe" ante nuestra desesperación de haber querido cambiar el tiempo, el rumbo de las cosas para que las decisiones pasadas no atenueran nuestro presente. 

No hay manera de saber que nos depara el futuro, sólo podemos generar expectativas acorde a nuestra decisión presente, porque lo cierto es que nunca sabremos si hemos tomado la mejor alternativa, porque si nos va mal tenemos que aguantar estóicamente habernos inclinado de ese lado de la balanza, y si nos va bien, tenemos que quedarnos así, sin generar esa pregunta que nos arroja a la ansiedad, aquella que dicta así: ¿y si con la otra opción me hubiera ido  mejor?.

Y es cierto, de los hubiera no se saca nada, nada bueno, porque aún no transgredimos la barrera de lo espacio-temporal para poder realizar viajes en el tiempo y cambiar el curso de las cosas. Desear eso, hoy día, nos deja un hueco en el estómago y un sin fin de preguntas que no tendrán una respuesta válida, porque de supuestos no se engendra una realidad, sino mera ficción.

Podemos, eso sí, rememorar el pasado con la nostalgia a flor de piel, porque de vivencias, esas experiencias hechas recuerdo que nos han transformado, nos han ido tejiendo para ser la persona que hoy somos, de esas, sí estamos hechos.  

El domingo viví ambas cosas, la bella nostalgia y la terrible pregunta del si hubiera, y entendí que mezclar ambas es una bomba, y exploté en mil pedacitos que intentan ser armados esta noche. 

Hay exposiciones de arte que tocan todo fibra de tu ser, y éste domingo disfruté una de esas. Recordé aquellos años de adolescencia, de lucha contra el sistema, de punk, anarquía y mucha, mucha cerveza fría. De cabellos de pico, de tinta filosa que intentaba cambiar el mundo. Leía una frase: "Nos hicimos sordos, no fuimos héroes.", y recordé aquel desgarrador libro de Robert Linhart que habla del Mayo Francés del 68, de cómo de a poco la lucha cesó y no hubo más -entendí que no me convertí en ese héroe que deseaba ser-.

Todos esos recuerdos quedan en lo que fui y lo que soy, me tocaron, y entonces me vi, una mujer adulta empezando nuevamente.
No es fácil estar desfasado, y entonces, sentada afuera del recinto, me llovió un sin fin de "¿y si hubiera?"...¿y si hubiera seguido otro camino?, ¿y si no hubiera elegido filosofía?, ¿y si hubiera pensando en un futuro monetario?, ¿y si no hubiera sido punk?, ¿y si me hubiera enamorado, casado y hoy formado una familia?, ¿y si hubiera seguido por el camino de la anarquía?, ¿y si hubiera seguido en filosofía?, ¿y si hubiera...?, ¿y si hubiera...?, ¿¡y si hubiera!?
Y no encontré respuesta, sólo explosioné. 

Tanto darle vueltas al asunto me hizo verlo desde otro enfoque. Me di cuenta que mis hubiera estaban fuertemente arraigados al inventario social, a esa línea del tiempo que nos marcan desde que salimos del vientre. Tenemos un plan diseñado que tiene que seguir un curso determinado, y no esta mal diseñar, el problema es cuando lo vemos como una ley inamovible, que si no sigues ese plan las decisiones nunca serán correctas.

Estamos a veces intentado cumplir con expectativas, pero el obstáculo, el verdadero obstáculo es cuando estamos intentado cumplir las expectativas que nos ha generado la sociedad, el otro.
Y no es fácil lidiar con eso, sentir el rezago, no ir a la par de tu generación, a veces duele.

Pero bueno, al final sólo nos queda seguir, porque no estamos aquí para cumplir con ideales y los mismos tiempos, cuesta entenderlo, pero cada quién lleva su ritmo.
Me tardé en entenderlo, pero escarbar en el pasado, esa añoranza de los años de punk, hoy me deja un nuevo aprendizaje: voy caminando a mi ritmo, a mi manera, pero eso sí, con las botas bien puestas.

martes, 17 de enero de 2017

Aquí seguimos.

Quiero pedirte una disculpa, lamento en verdad haberte abandonado por tanto tiempo, pero es que necesitaba volver a mis raíces, de dónde nació esta idea, de dónde surgió extranjera. 

Pasé meses escribiendo a la luz del foco de mi habitación, en las noches de cansancio y con los ojos amorataditos por las marcas heredadas, esas ojeras profundas que alguien alguna vez me dijo le fascinaban. Escribía a papel y tinta, en mi vieja libreta de portada color azul turquesa, y como nuevo hábito, también bañé las páginas de una vieja moleskine que me sirvió de agenda. 

Allí quedó plasmado casi todo mi año 2016, los besos, los recuerdos, pieles que intento olvidar, porque el pasado debe quedar allí. En esas páginas quedaron las noches con mis amigos, las comidas con la familia, los viajes fugaces y los nuevos aprendizajes, mi crecimiento. Experimenté tanto en aquel año que hoy sólo me queda esperar grandes cosas en mi porvenir. 


Perdón, nuevamente por esta distancia que vivimos tú y yo, pero es que hay que veces que se necesita un respiro para poder retomar lo que uno ama en verdad; y no, no dejé nunca de escribir, sólo dejé de publicar. No he dejado de soñar con alguna vez ser más que una escritora amateur, una bloggera de poca monta que intenta penetrar en las vidas de los demás, tal vez, como lo hizo la chica de los converse, ser más que un personaje solitario. 

Me gusta tu compañía, tus buenos recuerdos y que me alientes a no parar, a no dejar éste espacio que nació de la necesidad de poder comunicar mis sentimientos, mis virtudes, mis defectos, mis deseos, pero sobre todo, que se engendró para poder resolver mis conflictos, hacer catarsis, sí, esa catarsis aristotélica tan profunda y desesperada, pero tan necesaria en el ser humano, en el artista, en el escritor frustrado.

Y aquí estoy, nuevamente, con un año nuevo que me sonríe, lleno de crecimientos, de aprendizajes, porque hace no mucho emprendí un camino nuevo, y aunque empiezo apenas a tomar el ritmo de esta carretera, el peaje ya está pagado y es momento de tomar las riendas de mi vida. 

Gracias blog, por haberme esperado, por todos estos años con tu compañía, por esperar a que alguna vez regresara Extranjera en el 8-C. Aún nos queda tanto por escribir, por compartir.

Gracias lector anónimo. 

Sobre todo gracias totales a TI,  porque me enseñaste con tu ejemplo a luchar por los sueños, a realizar metas y proyectos, así que gracias por ser un faro en mi camino.

El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.