martes, 17 de enero de 2017

Aquí seguimos.

Quiero pedirte una disculpa, lamento en verdad haberte abandonado por tanto tiempo, pero es que necesitaba volver a mis raíces, de dónde nació esta idea, de dónde surgió extranjera. 

Pasé meses escribiendo a la luz del foco de mi habitación, en las noches de cansancio y con los ojos amorataditos por las marcas heredadas, esas ojeras profundas que alguien alguna vez me dijo le fascinaban. Escribía a papel y tinta, en mi vieja libreta de portada color azul turquesa, y como nuevo hábito, también bañé las páginas de una vieja moleskine que me sirvió de agenda. 

Allí quedó plasmado casi todo mi año 2016, los besos, los recuerdos, pieles que intento olvidar, porque el pasado debe quedar allí. En esas páginas quedaron las noches con mis amigos, las comidas con la familia, los viajes fugaces y los nuevos aprendizajes, mi crecimiento. Experimenté tanto en aquel año que hoy sólo me queda esperar grandes cosas en mi porvenir. 


Perdón, nuevamente por esta distancia que vivimos tú y yo, pero es que hay que veces que se necesita un respiro para poder retomar lo que uno ama en verdad; y no, no dejé nunca de escribir, sólo dejé de publicar. No he dejado de soñar con alguna vez ser más que una escritora amateur, una bloggera de poca monta que intenta penetrar en las vidas de los demás, tal vez, como lo hizo la chica de los converse, ser más que un personaje solitario. 

Me gusta tu compañía, tus buenos recuerdos y que me alientes a no parar, a no dejar éste espacio que nació de la necesidad de poder comunicar mis sentimientos, mis virtudes, mis defectos, mis deseos, pero sobre todo, que se engendró para poder resolver mis conflictos, hacer catarsis, sí, esa catarsis aristotélica tan profunda y desesperada, pero tan necesaria en el ser humano, en el artista, en el escritor frustrado.

Y aquí estoy, nuevamente, con un año nuevo que me sonríe, lleno de crecimientos, de aprendizajes, porque hace no mucho emprendí un camino nuevo, y aunque empiezo apenas a tomar el ritmo de esta carretera, el peaje ya está pagado y es momento de tomar las riendas de mi vida. 

Gracias blog, por haberme esperado, por todos estos años con tu compañía, por esperar a que alguna vez regresara Extranjera en el 8-C. Aún nos queda tanto por escribir, por compartir.

Gracias lector anónimo. 

Sobre todo gracias totales a TI,  porque me enseñaste con tu ejemplo a luchar por los sueños, a realizar metas y proyectos, así que gracias por ser un faro en mi camino.

El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.