miércoles, 17 de noviembre de 2021

De trabajos y hielos al sol.

 A veces somos como un hielo al sol, derritiéndose mediante pasan las horas y sintiendo que poco a poco se acaban las oportunidades de estar, de sentir que hay más allá del "aquí y ahora". 


Hace un par de horas viví esa sensación.
Crecí con miedo al fracaso, y de allí vienen a desarrollarse un sin fin de problemáticas en mi vida, sólo por un miedo, que ahora veo absurdo. Conforme pasaban los minutos, sentía en mi pecho un enorme apretón que hacía que mi respiración fuera entre cortada, que doliera al salir. 

Desde hace tres años que no tengo un empleo fijo, de esos de 8 o 9 horas laborales, prestaciones de ley y su sueldo quincenal o semanal seguro. A raíz de mi primer colapso "nervioso", si es que así se le puede denominar a la caída súbita por la bipolaridad, he presentado este patrón. 

No me puedo quejar, en realidad en estos años no he dejado de trabajar, salvo por un par de meses y eso a causa de recaídas. Pero lo cierto es que he estado trabajando, en punto de venta, inclusive en una agencia de marketing, de donde puedo decir, salí feliz por mi propia cuenta.
Así mismo me he prestado a servicios freelance de redacción (benditos meses fueron esos). Ahora, me encuentro trabajando con mi pareja, en su negocio de créditos hipotecarios, y me gusta, me encanta ver como se esfuerza diariamente por ser propio jefe, de ajustar tiempos y sobre todo, sobrellevar la chinga que es tener que ser tu propio jefe. 

Me gusta estar presente, porque a parte de verle a hacer magia laboral, me ha ofrecido aquello que los empleos "formales" no podrían ofrecer, y es que ahora soy dueña de mi tiempo, de mis entradas y salidas, claro está a cumplir metas, y sobre todo a llevar bien el trabajo que se me ha dispuesto. 

Pero, recapitulo, me he sentido derretir porque a veces tenemos desencuentros en los que me solicita mayor proactividad, y lo cierto es que tiene razón, pudiera hacer más por el negocio, ayudar a que esto crezca y podamos ser una mancuerna ideal para salir de todos los baches, pero, incluso en mis mejores tiempos de enfermedad, me da miedo dar ese salto, porque aún sigo siendo esa niña con miedo al fracaso. 

Hace no muchos días me dijo alguien muy sabio y que me conoce muy bien lo indispensable que me volví, tiempos atrás, en mis antiguos trabajos, y que eso no cualquiera, que inclusive eso pudo ser un factor que me envío a las garras del sobre estrés, una carga en la que mi mente y cuerpo no pudieron más y entonces explotaron, sintiendo, nuevamente, que el fracaso había sido la razón de mis renuncias, de mi colapso, y sobre todo de mi enfermedad. Pero lo que aquella persona me decía era que necesitaba volver a sentirme así, no con estrés por otros, sino indispensable, fuerte en lo laboral y sentir que soy capaz de realizar tareas por mi propia cuenta sin necesidad de un manual.

Y pues aquí estoy, en una encrucijada entre dejar la bondad del trabajo con mi pareja y el de salir a pelear por un puesto de 8 a 6.

Aunando a esta difícil decisión, se vienen las palabras, ciertas y con razón, de mi novio, puesto que día a día me alienta a ser mi propia jefa, a no regalar mi sabiduría a otros por un salario mínimo con horarios complicados para mis citas terapéuticas y médicas. Que soy muy capaz de hacerlo por mi cuenta, y entonces el sol irradia más fuerte, y el hielo comenzó a derretirse con mayor rapidez. 

En fin, hace minutos sentía mi corazón salir de mi pecho, benditas sean las letras, pues ahora, en este mismos instante me siento más tranquila, y entonces mi panorama se abre y entiendo muchas cosas.
Me acabo de dar cuenta que mi pareja tiene razón, puedo ser capaz sin necesidad de recibir instrucciones de un alto mando que al final, podrá prescindir de mí, porque no estoy dispuesta a desgastar mi salud emocional nuevamente. Que es momento de "agarrar los toros por los cuernos", y entonces que puedo emprender, que soy hábil, y que aquella persona sabia que me recomendaba un trabajo fijo, también tenía razón, pero referente a mi persona, que si necesito ser productiva, indispensable y proactiva, puedo hacerlo por mi misma, sin necesidad de la aprobación de alguien más. 

En este mismo instante les diré, trabajo,  no recibo un chivo, puesto que me levanto a realizar trabajos laborales, porque me esfuerzo porque caiga "la papa", porque hoy día laboro en la empresa de mi novio, y que él me paga por comisión, así que si no soy activa en mi trabajo, sencillamente no gano.
 

Necesito dejar en claro, para mí, por mí, que si no tengo un trabajo "estable" no quiere decir "fracaso", es sencillamente un vista hacia otro rumbo, donde no cualquiera pude voltear, porque piensan que la realización personal es en un empresa no propia. 

Aquí le dejo, porque esta verborrea me ha hecho sentir que le debo dar un fuerte gracias a la vida, por darme la oportunidad de estar aquí y ahora, de no ser un hielo, y de que el sol a penas se haya asomado el día de hoy.

P.D. Es momento de empezar mi propio negocio.

sábado, 19 de junio de 2021

Carta a ti, bipolaridad, mi entrañable amiga.

Estimada bipolaridad: 

 Hoy quiero romper el silencio, quiero darte la bienvenida en mi casa, en mi 8-C. 

Me ha nacido escribirte a ti, que has reinado mi mundo durante toda mi vida, pero a quien apenas conocí de frente hace apenas 2 años.  A ti, quién me dirigió al verdadero vacío y me enseñó la cara más frágil de la vida. 

Poco conocemos de ti, bipolaridad, porque hemos estado viviendo en un mundo de inexplicables confusiones en donde se ha mantenido el desorden de la explicación de que eres un simple cambio en el estado de ánimo, y donde el padecimiento es un juego para los demás. 

A ti, estimada amiga, te debo mi fortaleza, mi entereza actual de saber como sortear mis problemas, porque midiéndolos contra ti, todo lo demás es miniedad. 

Porque una vez mostrada esa cara de la depresión constante que me ha llevado al filo del suicidio puedo decir que vivir, hoy, es una fortuna. 

Te agradezco también porque me has enseñado quienes son los verdaderos amigos, que ante el fracaso, las caídas, las manías, el sexo desenfrenado y una que otra pérdida de memoria ante la manía han estado allí, y sobre todo, ante tu diagnóstico no se fueron de mi lado. 

También me enseñaste que la familia estará contigo ante cualquier situación. Que no importa el dinero, la distancia o el miedo ante ti, ellos estarán para mi porque me aman. 

Entrañable bipolaridad, tanto te debo que no me han bastado los últimos párrafos para poder agradecerte. Pero es que ha sido tanto tiempo, tanto aprendizaje que una carta no bastaría para demostrarle al mundo todo lo que me has regalado. 

Antes de aceptarte intenté luchar contra ti, y no me gustaría que dejaras pasar por alto que el que hoy te escriba tiene que ver mucho con que el hombre de mi vida me hizo entrar en razón para poder admitirte. Gracias a él hoy puedo entender mejor mi diagnóstico y sobre todo, me ha enseñado que no soy eso, "el diagnóstico", no soy tú. Que sólo eres una condición más. 

Poco sabemos de ti y eso me aterra en momentos, porque cuando creo que te he llegado a conocer del todo, caigo en la cuenta de que no conozco ni la medida de tus tobillos. Pero he entendido que tú si me has sabido comprender, que tú has llegado a conocer mi talón de Aquiles y con ello, has hecho que me quiebre a ratos. 

Lo dual se ha apoderado de mi, querida amiga, tanto que la prescripción ante ti ha llegado en dos: medicamentos y terapias. Porque me han explicado que debo aprender a vivir contigo, porque eres esa condición médica que no desaparece cual catarro, porque eres parte de mi, así como yo soy parte de ti. 

Estimada bipolaridad, hoy necesito que el mundo te conozca, para que también logren entender mis verdaderos miedos. 

Me nace escribirte esta carta, para demostrarme que no tengo más problema en aceptarte, que entiendo las vicisitudes que me han llevado a ello, pero sobre todo, porque he aprendido a amarte. 

Con verdadero y estimado amor, la extranjera en el 8-C.


P.D.

No dejes de enseñarme cosas, que prometo, por el amor que me aprendido a tenerme, que cada lección la aplicaré en mi día a día...pero sobre todo, la compartiré con el mundo.


El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.