Esta ella parada, temblando, cerca de aquel sofá rojo que tanto te gusta, su cabello largo y fino cae sobre sus hombros y dibuja pequeñas figuras en la espalda. Juega con sus dedos, es algo que no puede evitar puesto que esta muerta de miedo. Yo sigo parado frente a ella y no me atrevo a acercarme, me atemoriza tocarla. La lámpara de la mesa emite un rayo tan tenue que hace ver linda su silueta que en ese momento ya parece perfecta. Esta
mos los dos desnudos en esa habitación y aún así no nos conocemos, somos dos cuerpos extraños que con el tiempo seguiremos siendo extraños, solo eso, extraños y nada más. La sala es calurosa, o ¿quizás es el momento? No lo sé, pero ella comienza a sudar y me gusta, me gusta ver aquel viaje intergaláctico de gotas en su cuerpo, me fascina ver como yacen en su entrepierna. Mi cuerpo sigue lleno de nervios, no se por que acepte tu juego, me parece perverso ahora que lo veo iniciado. En el aire se huele aquel fétido plan. ¿Por qué, Deseo? ¿Por qué me prepusiste esto, Deseo? Ella es tan linda que no se merece que nunca más la vuelva a ver.

Ana Karen Carrillo
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