domingo, 27 de junio de 2010

Una vieja carta...

Y ahí esta él, mirando con los ojos fijos, con la mandíbula temblorosa y un puñado de palabras atoradas en la garganta, sostiene en la mano derecha un bolígrafo con tinta negra, no sabe como comenzar, no sabe si poner “Hola” o cualquier otra estupidez con las que se inicia una carta, teme sonar común, rebusca, “¿Cómo te va?”, “Saludos”,”Espero todo marche bien”, recuerda miles de frases, prueba sin tener éxito. Intenta escribirle por temor a llamarle, por temor a que ella no levante la bocina, que suene el buzón de voz, que no conteste. En el escritorio se haya una hoja de papel blanco, a un lado una foto y una carta vieja firmada por alguien que no es él, agacha la mirada y la leé nuevamente:








“¿Sabes que quisiera ser en este momento?,…
Un delicioso café de olla traído desde la mismísima Oaxaca para rodar por tus labios, calentar tu garganta y prender tus sentidos.
Un aire cálido que pase por tu espalda y acaricie tu nuca…levante tu cabello.
Quisiera ser un beso eterno que perdure toda la vida en tus labios…que me sientas todas las mañanas.
El agua tibia de la regadera, para así bañarme contigo cada que te sea posible, para ser esas gotas que recorren tu abdomen y caen…
Un tequila que te haga naufragar la razón, que queme pero que sepa delicioso, que te sepa rico en cada trago, en cada gota.
El humo volátil de aquel cigarrillo que tanto amamos, para relajarte y provocar tu imaginación…me imagines.
El tabaco de Chiapas, para ser esa adicción, ese veneno que con el tiempo te aprisiona, para que ruede por tus pulmones siendo tú y yo uno mismo, como cuando estamos juntos.
Quiero ser la espuma de ese chocolate caliente que te preparas todos los domingos por la noche.
Esos pares de tenis desgastados pero amados, que guardan celosamente recuerdos imborrables.
Quiero ser por siempre, esa mujer, esa niña, esa fantasía, esa ilusión, que te robe el sueño por la noche con sensaciones en tu cuerpo, que sientas mi presencia siempre, por siempre.
Esas uñas que arañan tu espalda cada que tengas ese deseo perverso de estar en la bañera con alguien más.
Ser…para toda la eternidad ser esa persona que no olvidaras, por que nunca hallaras mujer que te haga sentir lo que yo….



Samantha”


Puso el bolígrafo y comenzó a escribir…
Cuatro noches después termino la carta, se paro de la silla, bebió aquel chocolate de todos los domingos y se fue a la cama. Tapo su cuerpo con una pequeña cobija por que nada lograba calentarlo, ni el café, ni el chocolate, ni el agua tibia y pensó que quizá su recuerdo lo lograría…cerró los ojos con la esperanza de verla, de verla llamándolo con las manos, acariciándolo, besándolo. La soñó.

Al siguiente día camina por las calles de Zapopan, en su mano derecha lleva unas violetas y guardada en su bolsillo del pantalón la carta que le pretende entregar.
Titubea, tras una pausa continúa caminando, pasa por pasillos, caminos, calles, dobla a la derecha y llega, por sus mejillas agua pegajosa y salada resbala, lágrimas, saca del bolsillo la carta, la abre y pone las violetas sobre la tumba...



Ana Karen Carillo Rivera. 

3 comentarios:

  1. Anónimo19:43

    probando, probando 123,

    me gusto mucho, esa manera de crear imagenes mediante un lenguaje urbano se siente natural cuando te leo, esta muy bien

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  2. Que tristeza para este domingo.. un hermoso y conmovedor relato..
    Abrazo

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  3. regrese¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
    el vino tinto no es tan rico si lo consumes solo

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El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.