miércoles, 23 de diciembre de 2015

El apetito tétrico de la mujer perfecta.

Él le decía al oído que la deseaba, pero por dentro, sólo quería ser como aquel emblemático personaje de "El perfume." 

Se conocieron en la playa, cuando los rayos del sol queman tan finamente para después morir en el ocaso, atrás del agua, como la muerte que tanto dudo Colón, allá, mar adentro. 

Ella tenía un vestido volátil color salmón, tan etéreo que la tela baila al viento como tiras en ventilador en venta un verano de 1960. Sus gafas de sol le tapaban cerca de la mitad del rostro, era tan misteriosa como la misma medusa sin ganas de convertir en piedra su propia alma. Él la vio desde el malecón y no pudo desprenderse de ella. 

Él, un hombre caucásico de 26 años, ojos color café y cabello caoba rojizo, un ente raro para aquel mundo lleno de simplicidad. Llevaba en su mano izquierda un Manuel Puig. 
Quedó tan prendado de ella que sin pena alguna decidió pararse justo de su lado derecho, como quien admira la muerte del sol, como quien no se da cuenta de que la mujer de su vida estaba justo a un lado de él. 

Tras la puesta del sol, ella retiró sus gafas y dejó al descubierto un par de ojos almendrados, de un café intenso que pareciera un negro bujía. Él sostuvo la respiración cuando ella giró y quedó pasmada ante "Sangre de amor correspondido." Buscó la mirada de él y cuando por fin se cruzaron las formas distintas de ver su mundo, ella le emitió una sonrisa siniestra, de esas que sólo las mujeres libres pueden emitir, de esas sonrisas de las que no puedes escapar. Él tuvo una punzadita en la parte baja del estómago y le regresó la sonrisa. 

Comenzaron a hablar acerca del libro, del autor, de la controversia de sus novelas, del exilio, para terminar en una habitación de hotel con vistas al mar, con el vestido etéreo bailando en el barandal del balcón. Allí, donde el terror vivirá por siempre. 

Las 2 antes meridiano. 

Las olas del mar reventaban con tal intensidad que era lo único que se podía escuchar en aquella madrugada  color bermellón de otoño. No había ruido que pudiera delatar el terror que se vivía en la habitación #22.
Si acaso usted hubiese pasado caminado un poco drogado por la playa, y si hubiera dirigido la vista hacia aquel balcón, entonces, hubiera notado que el vestido salmón ya no era salmón, era algo así como el tono Mary Janes del butter lipstick de NYX,  rojo intenso.

Lo que pasó en la habitación alquilada por ella pudiera ser un misterio, pero lo cierto es que los sucesos fueron así:

Cuando él le extendió "Sangre de amor correspondido" en la playa, ella lo invitó a tener una noche cualquiera, con una mujer cualquiera, en una playa cualquiera de un México caótico. 
Él la había idealizado, le había otorgado el título de mujer perfecta desde que la vio cuando estaba en el malecón. Aquellas palabras le causaron estupefacción, la mujer perfecta para él jamás le invitaría a pasar una noche fugaz, una noche simple y aburrida, entonces la odio. 

Sin embargo, él accedió y juntos fueron hasta aquel hotel. Pidieron servicio al cuarto. Una botella de Tequila, querían naufragar, o eso pretendió él. 

Cuando la charla ya no tuvo cabida, ella se acerco, lo tomó por la nuca y le dio un beso intenso, metió juguetonamente la lengua para después morder un poco los labios de él. 
Él le susurro "te deseo", mientras ocultaba el asco que aquellos hechos le producían. Se volvieron a besar, se acariciaron. 

Ella dejó que él tomara el mando, sumisa. Para ese momento él lo único que quería era erradicar del planeta a otra mujer simple, vana, que más daba, en su lista ya había aniquilado a 8 mujeres, una más sería mejor, porque sin 9 mujeres estorbando pronto llegaría a su meta, a su más grande deseo, encontrar a la mujer perfecta, el amor de su vida. 

La cogió de la cintura y la giró, la puso de espalda, con los senos operados contra la pared, mientras acariciaba sus muslos a través del vestido etéreo,  alcanzó con su mano derecha la botella de Tequila, y sin dudar un segundo le golpeo la cabeza. 
Los pedazos de vidrio se incrustaron por todo su cuero cabelludo, fue tan brutal aquel golpe que ella cayó desmayada ante los pies de él. 

La cargo y la puso sobre la cama, le escupió, le injurió. La odia por ser hermosa, libre y honesta, y por no ser la mujer de su vida, la mujer que él esperaba. Entonces, con la boquilla rota de la botella, comenzó a perforar todo su abdomen, hasta que el vestido le estorbo. La desnudo, y sólo él sabrá por qué, pero extendió en el barandal del balcón aquel apagado vestido color salmón.

Regresó donde ella, y siguió matándola de a poco, hasta que la cama quedó húmeda por la sangre que emanaba el cuerpo inerte de ella.
Cuando cayó en cuanta de lo que había hecho, no pudo más que llorar, lamantarse de verse inmiscuido una vez más en un acto lúgubre. Se aborrecía por verse lleno de sangre, pero sobre todo de verse solo un martes a las 2 a.m. en una playa hermosa.

La besó, la dejó sola, salió de la habitación con rumbo a su nuevo destino, un pueblo mágico, no sin antes dejar en el tocador de la habitación la causa por la que ella había perdido la vida,  aquella edición vieja de "Sangre de amor correspondido" de Manuel Puig. 

miércoles, 7 de octubre de 2015

Eres cómo el viento.

Te habría escrito muchas cosas, tal vez hubieras sido el protagonista de más de una de las historias que afanosamente escribo. Incluso, podría ser que tu presencia reinara en mis estados de facebook, hablando de lo maravilloso que eres, de lo elocuente, de lo inteligente y creativo, pero no, no me engañaré a mi, no estafaré a los pocos o muchos ojos que puedan posar sobre estas precarias líneas que te dedico -no me da miedo aceptar que esto es para ti, al final terminas siempre por descubrirlo-, hoy me nace la necesidad de hablar de la imposible que es tenerte, de lo inevitable y fácil que resulta tomarte el gusto, de lo mucho que me gustabas (las cosas cuando no son constantes se pierden, el gusto es una de ellas), de lo inútil que es querer besarte, porque sé que eres la utopía que la vida me obsequió, porque hace semanas entendí que nunca compartiríamos un buen café -en todos los sentidos que esa palabra tiene-, porque aunque lo deseé con todas mis ganas, con toda el alma, entendí que eres eso inalcanzable. Que la fruición de compartir mi felicidad contigo es lo más lejano a la realidad, que la dicha de todo eso sólo vive en la fantasía que impera en mi cabeza.


P.D. Ya lo decía Eulalio Ferrer, "En ningún sitio la ilusión y el amor son más grandes que en el corazón de un escritor, por muy modesto que sea."

Septiempre 9 de 2015.
Ana Karen Carrillo Rivera. 

jueves, 27 de agosto de 2015

Gracias por no amarme. De corazón, gracias.

Hoy vi el amanecer desde mi ventana y no estabas a mi lado. Me di la vuelta y detrás mío tampoco estabas, es una fortuna que así sea. 

¡Gracias por no estar allí! Que bendición saber que no te tengo, que no te he tenido y saber que ya no quiero tenerte, en el aspecto de ese que te cuentan del amor. 

Un amigo muy cercano me dijo un día de lluvia y sin luz en el trabajo, "hey, güey, te tengo que presentar a una mujer que te atrapará", recuerdo que mi primera reacción fue un risa ahogada, me preguntaba porqué razón la gente siempre que te ve soltero te quiero presentar a alguien, siempre están allí, a la expectativa de que tu vida en pareja florezca y sentirse los cupidos del siglo XXI. 
Así que de ante mano le agradecí por aquel gesto, pero le dijo que no hacía  falta, que no estaba buscando a nadie en ese entonces. Antes de que me pudiera reprochar mi negativa, la luz llegó y con ello mi partida a mi cubículo lleno de papeleo por terminar. 

En el mundo del Godínez, siempre hay un día de "juntas de oficina" que se celebran en algún bar con cerveza nacional, siempre. Así que en aquel día de "junta" fuimos a un bar que estaba un par de cuadras de la oficina, pedí una pinta de mi cerveza favorita y esperé  que aquello terminara. 
Antes de pedir la cuenta, mi amigo me pidió quedarnos un poco más, echar una cheve más, un snack y  ver que decía la noche. No quería llegar a casa, últimamente aquel espacio me parecía vació y sólo, entonces accedí a quedarme. 

Las 7:45 post merídiem, llevaba a mi boca un tarro de oscura y entonces apareció ella. Antes de poder darle un sorbo a mi cerveza, ella tomó el hombro de mi amigo y saludó con un gesto en los labios, una sonrisa discreta, de quién no te conoce pero de haberlo hecho te habría abrazado, de esas que fingen timidez, pero encierran calor. Mi amigo pronto se paró y la cogió tan fuerte, que parecía que en aquel abrazo se fundirían sus cuerpos; lo tenía claro, tenían mucho de conocerse pero frecuentaban poco, tal vez horarios laborales dispares. 

Ella se sentó a la mesa con nosotros y pidió una pinta de mi cerveza favorita, que ridículo, pero debo aceptar que desde allí ella empezó a captar mi atención.  Descifré  que ella era una mujer de esas que no te encuentras por allí tan fácilmente, no de las "cabronas que todo lo pueden", no; ella es de esas independientes que se saben cuidar, que luchan por lo quieren y que saben que aspirar a grandes cosas no es una utopía, sino una realidad con obstáculos, pero al fin y al cabo, una realidad alcanzable. Que no saben estar quietas, que le encuentran el lado bueno a las cosas, pero que también aceptan que existe el lado malo. De esas que si dejas entrar en tu vida, no son fáciles de sacar; de esas mujeres que no dejan entrar a alguien fácilmente, pero que cuando lo dejan entrar, no lo extirpan de si. 

La velada en aquel bar de música independiente fue un remanso de paz en un mundo lleno de caos, pero la noche tenía que terminar.  Antes de partir a mi casa recuerdo que mi amigo me dijo "te dije que te iba a atrapar". 
Tomé un taxi, y me fui, me fui pensando en ella, en que habíamos quedado de ir la próxima semana a la muestra del tour de cine francés. Rumbo a mi casa, lo único que pensaba era en el deseo que sentía por volver a verla. 

La semana transcurrió entre whatsapp's entre ella y yo, hasta que llegó el día de la muestra de cine francés. La vi en un bar, era una precopa, una cerveza y pegaríamos fuga al recinto. El saludo fue eufórico, como cuando mueres por ver a alguien que ha partido a Londres desde hacía ya varias semanas. Nos abrazamos. Y desde aquel abrazo ya no pude sacarla de mi. 

Las semanas transcurrieron, los meses, y yo seguía encantado con ella, con nuestra salidas y pláticas, con todo eso que hacíamos juntos. Hasta que una tarde me di cuenta que no la quería lejos de mi, que su compañía me era sustancial y que mis labios pedían a gritos los suyos, que precisaba de ellos, de su cuerpo, que la quería de una forma diferente a la que se quiere a una amiga. Caí en la cuenta de que me había enamorado. 

Comencé a mandarle señales de aquello que sentía, estaba tanteando el terreno porque no quería ser brusco y decirle así, como va, porque no quería perder a esa mujer genial, y sobre todo porque no quería que rompieran mi corazón nuevamente, que patético. 
Pero mi cautela me salvo la vida, porque me percaté de que ella no me quería igual, que yo siempre sería su amigo, y que entonces no valdría la pena confesar mi sentir por ella, porque de hacerlo la perdería. 


Lo he dicho ya: sacar de tu vida a una mujer así no es tarea fácil. De una mujer de esas nunca te liberas. 
Es mejor dejarla así, con sus amores por la vida, por la libertad y la expresión, dejarla dentro donde siembre cosas buenas, es mejor todo eso que intentar extraerla y odiarla en el intento. 


Porque me gusta tanto que prefiero quererla que odiarla, porque cuando se odia a alguien, olvidar es aún más difícil. Porque ella no merece ser odiaba por algo que sólo es culpa mía, porque yo fui el tonto suicida, que aún sabiendo que las mujeres como ella no se enamoran fácilmente, quise amarla. 

Gracias por no ver el amanecer conmigo, porque eso significa que nunca te voy a perder. 

lunes, 13 de julio de 2015

Soy polvo.

A veces sí, a veces no, a veces me pierdo y entonces soy eso que se moja y se gasta. 
Me pierdo y no estoy para labios, lenguas o huesos, a veces soy polvo.
Te digo soy cúmulo de sentimientos, soy letras y soy voz, poca acción y a veces las manos no paran. 
A veces observación.
Soy mi primer partido de Fútbol televisión abierta, 8:07 p.m. partido internacional. 
Nunca he ido al estadio.
Polvo, soy polvo, 23 años, 1991, 7:00 de la mañana, cesárea.
A veces sí, a veces no, a veces me pierdo y entonces soy eso que escucha, que se queda quieto.
Soy mi primer miedo.

Sin título.

En ocasiones solamente te toma 3 minutos darte cuenta que si tienes que esforzarte para ser la mujer que alguien prefiere entonces ese alguien no vale la pena, no es para ti.
A veces te toma 2 minutos darte cuenta que lo único y más importante es esforzarte para ser la mujer que te mereces ser, que quieres ser.
Tal vez te tome 1 segundo darte cuenta que lo hermoso de la vida es poder reiventarte, siendo tú, alimentando tus propias expectativas, sueños e ideales. 
Ya lo decía George Bernard Shaw, "La vida no se trata de encontrarse uno mismo, sino de crearse a uno mismo." 

miércoles, 10 de junio de 2015

A las mujeres también las mandan a la friendzone

Llegó mi mejor amigo hasta la puerta de mi casa con los ojos vidriosos, lágrimas pérfidas y ahogadas intentaban salir y traicionar la postura erguida de quién simula no le pasa nada,  nada lo acongoja, nadie lo ha herido. Con la confianza de quién ha pasado muchos años en esa casa, irrumpió en la sala sin necesidad de un "adelante", me preguntó "¿estás sola?" y con un movimiento de cabeza asentí a aquella cuestión y sin más comenzó a sollozar cual bebé que ha sido arrebatado  de los brazos de su madre.  

Apenas comenzó a llorar y no pude más que abrazar a mi amigo, intentar calmar aquel amontonamiento de sentimientos que él estaba demostrando sin ningún tipo de embarazo, calmarlo para apaciguar aquella situación.  Quedamos prendidos el uno en el otro cerca de 10 minutos sin decir nada,  sólo  allí, nuestros cuerpos entrelazados,  su llanto mojando mi hombro,  ahogando mi alma, porque no podía soportar verlo así,  tan vulnerable,  tan infeliz. Una vez calmado, se alejó de mi cuerpo, se paró y fue a beber agua, lo seguí hasta la cocina y entonces supe que era el momento de preguntarle "¿qué sucede?", él dijo "le he preguntado si alguna vez tendrá el valor de demostrarle al mundo lo que sucede entre nosotros en la intimidad,  si es posible que acepte que lo nuestro es más que amistad,  que todos estos años han sido maravillosos y que lo que somos es más que amigos." 

Quedé anonadada, sabía perfecto de quién me hablaba, me sabía de memoria aquella situación, aquel sentimiento que él sentía por ella, y entendía que ella jamás tendría el valor de demostrarlo, porque la conocía bien, sabía que esa  mujer sólo jugaba con mi mejor amigo, y todos estos años me había temido tener que vivir aquella escena que se estaba suscitando en la comodidad de mi hogar, el hogar de mi mejor amigo. Bebió el agua potable y me dijo, "tenías razón, ella jamás me amó, ella jamás lo hará y nunca se va desprender de la superficialidad que la caracteriza." Lo abracé nuevamente, y no sé porqué, pero le pedí disculpas, en nombre de la humanidad, en nombre de todas las mujeres, le dije "lo siento", porque era horrible haber tenido la razón, hubiera preferido estar en un error. 


La tarde avanzó y con los ruidos de las chicharras la noche anunció su llegada, le dije "quédate esta noche" y él accedió. Los humores se calmaron y una vez sereno comenzó aquel discurso que jamás olvidaré, porque es un discurso gastado, porque es un discurso que todo hombre alega en pláticas de bares, de redes sociales en línea, porque siempre creerán que los hombres son los mártires y las mujeres son las malas, las brujas de los cuentos de hadas, las perras que envían a los hombres a la friendzone, y comenzó:


"Las mujeres van por la vida alegando que nosotros somos los que siempre tenemos la última palabra, las que alegan que siempre hay que ser uno el que se acerque a saludarla, a conquistarla, a dar el primer paso. Van por la vida con aires de belleza y grandeza,  con la intención de verse conquistadas y así cazar a su príncipe azul cuál temporada de patos, pero la verdad es que son ellas las que van por la vida cautivando, intentando atraerte para que te pares y seas tú quién pase la vergüenza del rechazo, y si acaso les inspiras algo, te atrapan como si fueran arañas, tejen una red suave y fina, y sin darte cuenta te tienen en su lista de amiguitos. Intentas conquistar, te desvives, les das amor, regalos, eres eso que siempre dicen querer, el hombre tierno, el hombre que les presta atención, el hombre sensible, y entonces nada, un día te levantas y te das cuenta de que algo esta fallando en esa relación, y es que no existe relación, que no es lo mismo, y por fin tomas el valor y le confiesas tu amor y simplemente te dicen "yo también te quiero, pero sólo como amigos" o peor aún, "te quiero tanto, como a un hermano".Y entonces reaccionas, ¡a la mierda con eso!, ¿hermanos? Yo ya tengo, ¿amigos? los necesarios ya los tengo, ¿qué acaso no era mejor pasar por la vergüenza del rechazo?  Son malas, embusteras, si la vida fuera un  cuento, sin duda ellas serían las brujas."

¿Por qué los hombres se aferran a sentirse las víctimas de las relaciones sociales?, ¿por qué ellos siempre son los afectados en el rechazo?, ¿por qué siempre viven diciendo que son unos machos sin sentimientos y a la primera de cuentas son los primeros en salir a llorar, a hablar mal de quién simplemente los rechazó? 

Nunca me había enojado tanto con mi mejor amigo, no cómo esa noche, porque podía entender que estaba aún cegado por el dolor, que por lo mismo olvidaba que yo era mujer, que tenía vagina en lugar de pene, pero no podía arremeter contra las mujeres de aquella forma por el simple hecho de que una, solamente una de ellas lo había lastimado. Entonces le dije: 


"No te creas la víctima aquí, porque si de la friendzone hablamos, todos somos culpables de ella, porque el juego siempre es de dos, porque uno la crea y el otro la acepta. Y no creas que ustedes siempre serán los frienzonados, porque a nosotras también nos envían allí. 
La zona de la amistad siempre será para todos, hombres y mujeres, pero la pequeña diferencia es que la mayoría de nosotras no andamos por el mundo, por facebook y twitter hablando de que nos mandaron allí, porque muchas de nosotras aceptamos que fue nuestro error, porque aceptamos esos términos, porque no hablamos con la verdad de ante mano. Si te gusta alguien, se lo dices, no estableces una amistad con pretensiones de algo más, las cosas claras, sin mal entendidos, porque entonces serás parte de la friendzone.

No somos las brujas, ustedes no son los villanos, la vida es simple, la vida es hermosa y no vale complicarla con estupideces de "seamos amigos y a ver que dice el tiempo", al toro por los cuernos. ¿Y sabes por qué te digo todo esto con seguridad? Porque yo también he estado allí, porque yo también quise alguna vez a alguien y por temor no se lo dije y entonces la amistad nos atrapó, y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde para decirle que lo que quería era un noviazgo y no una amistad como pocas.
Y si ya estás allí, si crees que no funcionará, entonces haz funcionar la amistad, pero aún  así díganse que serán amigos, porque no hay mejor cosa como hablar con la verdad."


Ambos nos quedamos en silencio, esperando que alguno rompiera con aquella atmósfera creada por aquel pequeño debate. La verdad siempre cala, la verdad puede ser un puñal con dirección a la opinión. Entonces lloré, porque era eso o estar callada y sentir que traicioné a mi amigo hablándole del amor y la amistad. 
Él me abrazó, porque se dio cuenta de que en aquella habitación no había un corazón roto, sino dos, que en aquella cama no había dos friendzoneados, sino dos. 
Me abrazó tan  fuerte, porque se dio cuenta de que a las mujeres también las mandan a la friendzone.
Lo abracé tan fuerte, porque entendió que eramos dos almas desquebrajadas. 




"Dedicado a ellos, los que están en la friendzone y culpan a las mujeres.
Dedicado a ellas, las que no saben hablar con la verdad.
Dedicado a mi amiga, porque esta en la friendzone sin miras de salir de ella."

martes, 12 de mayo de 2015

Carta a ella, a la que él ama.

Mujer.

Hoy te escribo porque me es sustancial que sepas un par de cosas que requieres para entender acerca de él y el porqué te ama así. Es primordial que lo sepas para no romperle el corazón.

Si él ha decidido abrazarte y besarte frente a todo mundo, es porque en verdad te ama. No pieneses que es por quiere que el mundo lo vea, no es el plan de él, simplemente es así,  él  no puede evitar ser el centro de atención,  porque sin quererlo siempre irradia una energía que hace que todos volteen a verlo.  Si estás con él y alguien más habla acerca de él,  guarda silencio un rato, mira su rostro y comprenderás que en verdad le apena que hablan mucho de él.  Pero no esta en sus manos. Ambas sabemos que un ser como él nunca pasa desapercibido.  Jamás lo hará.

Llévale un libro, no importa el autor, ni editorial,  ni temática, él recibirá con mucho anhelo aquel obsequio, porque entonces sabrá que pensaste en él y que sabes que la apasionan los libros, y sobre todo sabrá que comprendes que le disfuta de  leer sin haber terminado los otros que tenía en curso. Y no es que sea un hombre desorganizado, no,  es más bien el tipo de hombre que sabe organizar sus ideas y que no le gusta desperdiciar la vida, que necesita tener más  de un libro para sentirse libre.

No te desesperes si él no toma en vasos, es su forma de ser, le gusta sentirse como cuando era aún más joven y pasar el pomo de boca en boca, como si nada importara, cómo cuando era un "niño coas" y la vida era eso que pasaba mientras creía en la resistencia.

Dile que es lindo y que tiene unos ojos cafés perfectos,  porque aunque el mundo crea que él lo sabe, que lo presume en  cada selfie, no es verdad. Él es inseguro y por eso necesita saberlo, más que nada, necesita saberlo de ti, de la mujer que él ama.

Nunca lo abandones cuando te hable de amor, porque es cuando más te necesita. No le aconsejes, es obstinado y al final siempre hará lo que el considere pertinente,  así que no te enojes si decide hacer caso omiso  a tu consejo, sólo apoyalo. Él te lo agradecerá aún más que haberle dado el consejo.

Aunque parezca serio, le gusta bailar, llévalo a bailar, bailen cumbias, salsas, una bachata pegadita, y déjate llevar, deja que él sea el que te pare de la silla y te lleve a la pista, le fascina ese papel de conquistador.

Te reglará flores aunque  a ti casi no te gusten,  porque es un caballero y así lo educaron,  así  que recibelas sin poner objeción,  dale un beso y un gracias sonrojado. Le encanta eso.

Y por último, y lo más importante,  si tú no lo vas a amar, si no vas a compartir tu mundo cómo él lo hará contigo,  entonces vete y no le mientas más.  Aléjate y dile la verdad, porque a pesar de verse tan valiente, tan fuerte, él tiene un gran corazón,  es un corazón muy frágil. Llegar a él es muy difícil y si tú ya lo hiciste,  no lo dañes, porque no se lo merece.
Si él te ama y tú no a él,  no jugues por favor,  porque no soporto ver a mi amigo devastado, con el corazón hecho añicos, porque me duele verlo beber una cerveza con la mirada perdida, porque lo amo tanto que me rompería el corazón verlo triste.


Con la mayor sinceridad,  la amiga que él no ama.

P.D.
Y si lo amas, no lo dejes ir, no tengas miedo, porque él ya te ama, porque merece ser feliz.

miércoles, 29 de abril de 2015

El placer de leer novelas inútiles.

Me pasó algo muy curioso hoy cuando venía al trabajo. 

Todo empezó el martes pasado cuando fui a una cita (fallida por cierto) y entré a Librerías Gandhi. 
Mientras esperaba a mi cita me decidió a bobear un instante entre los estantes de aquel lugar, y encontré un título desconocido, de una autora, para mi, desconocida, y una portada que me embelesó por completo, y con un precio que era de locos dejar en el estante de literatura universal. Así que desde hace una semana quedé atrapada por Anne Tyler. 

Como muchos sabrán, Gandhi te regala unos separadores creativos y chulísimos, y yo conseguí uno que marcaba como "el reto" la lectura, que contiene varias opciones para que leas el libro, entonces como tengo mucha tarea decidí optar por jugar a lo que planteaba el separador, y elegí la casilla "En el metro", evidentemente no puedo leerlo en el metro, soy tapatía y a duras penas hay dos líneas del tren ligero las cuales casi no utilizo, así que en mi versión contextualizada "en el metro" vendría siendo algo así como "en el camión". Allí me tienen, leyendo "El matrimonio amateur" cuando voy en el transporte público. 

Lo que me lleva a lo ocurrido el día de hoy. 
Era la hora pico del tráfico, el camión repleto de gente, en verdad, allí no cabía nadie más, pero mágicamente la gente seguía subiendo. y entonces me hice de un lugar en la parte trasera del bus en el asiento medio de la fila de 5. 
Y como estoy enganchada con el libro de poco más de 400 páginas, sin dudarlo lo saqué y me puse a leerlo. Podría ser una narración cualquiera de un día cualquiera, pero entonces una señora se sentó a mi lado izquierdo, mientras un joven se subía por la parte de atrás del autobús. 
Suelo echar una vista de quién se pone a mis costados o frente a mi, no sé si lo hago por seguridad o mera manía de alimentar mi curiosidad.

Seguí leyendo y entonces me comencé a sentir un poco incómoda, bajé el libro de mi rostro y noté como el sujeto que estaba en las escaleras traseras del camión me miraba absorta en mi lectura, y entonces me sentí aún más incómoda cuando volteé a mi izquierda y vi a la señora observándome. Ambas personas hicieron como que no los vi y los tres volvimos la vista hacía otro lugar, obviamente continué mi lectura. Entonces el camión dejó subir a otro sujeto, guapo por cierto, por las puertas traseras, y todo mundo continuó en su rollo. Llegando a Periférico, volvió la incomodidad a mi. Eche un vistazo y ahora ambos sujetos miraban como leía aquella novela, entonces a mi izquierda la señora que antes me veía leer rompió el silencio y me dijo "Que no te de pena, es que les gusta verte estudiar". 

Puedo entender perfectamente que a una persona le fascine ver a otra persona cuando esta se encuentra cautivada por la lectura, me ha pasado, me deleita ver a un hombre leyendo cuando se haya ensimismado en el libro, sin embargo, lo que me dejo patidifusa fue la palabra que utilizó mi compañera de viaje, "estudiar". 
Lo curioso resulta de esta palabra, de que las personas definan o entiendan que leer es algo así como un sinónimo o acción de estudiar, y recuerdo a Guillermo Fadanelli hablar en su libro "Elogio a la vagancia" acerca de este tema, nos decía que la gente por antonomasia define la lectura como estudiar, y encuentran, en muchos casos,  la lectura por placer un acto aberrante, una perdida de tiempo, algo simple y vano. 

Este señora me decía que a ellos les gustaba verme estudiar, y entonces no supe como decirle que en mis manos no tenía un libro de estudio o mi meta o fin no era ese, que yo sencillamente tenía en mi ojos clavados a una autora de novelas y tenía en mente leer por el mero gusto de leer, que con mi edición de Alfaguara no pretendía aprender para mis trabajos finales, cosa que sí, tal vez debería hacer, estudiar para mis trabajos académicos, pero ¿cómo le explicaba que no todo en la vida era sentarse y estudiar?  ¿que no toda lectura se hace por ambición de conocimiento o para un aprendizaje pragmático que me dará frutos económicos? 

En verdad no sé como explicarle a la gente que no leo para estudiar, y que sí, me atrapan más las lecturas placenteras que lecturas de estudio, no sé tampoco como decirle a mamá que aunque estoy en época finales de semestre no dejaré de leer novelas, porque me encuentro feliz leyendo por amor a leer. Y rescato a Fadanelli, que dice en su ensayo "Veracruz", cierto es que hay dos momentos en la vida que se hacen solos; morir y nacer, y cito "En verdad lo siento, pero entre esos dos actos dedicaré mis días a leer novelas inútiles: y que el mundo se venga abajo (donde ha vivido siempre)". En verdad lo siento. 

lunes, 23 de marzo de 2015

De la mujer que él amaba.

Salí de mi casa con la intención de embriagarme, sentir como el alcohol naufragaba mi razón y entonces poder hablar en alguna cantina a algún pobre diablo acerca de aquello que estaba quemando mi interior.

Tomé un taxi con dirección a los bares del centro, aquellos que por vox populi eran considerados "de mala muerte", pero donde se sabe puedes conocer a cualquier desgraciado como yo.
Recuerdo nuestra primera cita.

Le pagué a aquel sujeto que poco charlo conmigo, no era el clásico taxista-psicólogo del que te cuentan en las calles, de esos que sin más irrumpen en tu vida con su sabiduría de ruletero.
Me despedí de él no sin antes pedirle su número por si acaso necesita regresar a casa, él, con una sonrisa simpática y maliciosa me lo ofreció sin chistar un segundo. Bajé del sedan de 4 puertas y entré a aquel lugar que llevaba por nombre algo así referente a hierba.

El lugar era acogedor, pequeño e íntimo, con gente que a simple vista resulta ser agradable. Una pequeña barra y un par de bancos altos, no dudé y me senté en uno.
Pedí una cerveza, cualquiera bastaba para mi fin.
Bebí un par de ellas hasta que aquel sujeto de piel morena y mirada profunda se sentó a un costado de mi. Pidió una "corona", el destello de impotencia emergía desde lo más adentro de sus entrañas saliendo sin dudar por cada uno de sus poros.
Supe de inmediato que aquel era el pobre diablo que pretendía encontrar desde que tomé el taxi. Dije sin dudar "Salud, por las bellas damas que jamás serán nuestras." Él alzó la cerveza y dijo "salud", volteó su cuerpo y sus ojos se clavaron en los míos, fue una confesión, aquel hombre sufría igual que yo, amaba y no la tenía, no era para él, estaba lejos de sus brazos, no podía besarla.

Le tendí la mano, por educación, vaya usted a saberlo porque hice aquel gesto en aquel bar de rock. Esperaba un apretón de manos y lo que obtuve fue una palmada, eso que llama "chocarla", me dijo su nombre y yo respondí con el mío.

Para la media noche eramos dos pobres diablos hablando de infortunios, de malas rachas, pero entonces llegamos al punto crucial de la noche, eramos dos almas rotas por el amor, la desesperanza, la desconfianza,

Mi confidente me cuestionó acerca de aquella bella dama del brindis, la cuál no podía tener, entusiasta por conseguir el cometido de la noche comencé:

"Es una bella mujer de ojos color café, cabello suave que vuela con la primavera y se adhiere con el invierno. Nunca supo como llegué a amarla, tal vez ni yo mismo lo sé, pero seguro es que en mi nace y muere el más puro y sincero sentimiento por ella.
Lo que ella no entiende es que es hermosa, y tal vez es lo que más me guste, que a pesar de ser linda como el sol al amanecer, ella no peca de arrogancia, de vanidad. Es dulce y fuerte, y de tanto en tanto, como bella maldición, es obstinada, terca, y a veces no sabe cuando parar.
Podría hablarte maravillas de ella, pero por miedo a que te enamores de ella dejaré a tu imaginación el resto de aquel ser que vive y sin querer ha roto mi corazón.

¿Por qué lo rompió? Verás, no hace mucho ella tenía una coraza en su corazón, una armadura que era impenetrable, o eso creía ella. Moría del miedo por verse involucrada en el amor, y evitaba a toda costa cualquier tipo de relación que la hiciera perder la razón. Cuando la conocí ya tenía esta coraza, así que no tuve mucha oportunidad, pero a cambio, la tuve como amiga, y amigo, sólo Dios sabe cuan agradecido estoy de por lo menos tenerla como amiga.

Yo era feliz así, porque por lo menos sabia que me quería a su manera, como a muy pocos. Hasta que llegó él, y aún no me explico como pasó, qué fue lo que tiene ese hombre que nadie más tiene que logró atravesar sin más aquella armadura, aquel corazón duro y temeroso. 
Ella se enamoró de alguien, de alguien que no era yo.


No es que la creyera mía, pero me duele verla sufrir, porque si por lo menos ella fuera feliz con él, entonces valdría cada suplicio que vivo al escucharla hablar de él. Pero no es feliz, ella  entregó lo que pocas veces en la vida se ve, entregó su esencia, se entregó, entregó alma y corazón y no supieron que hacer con tanto, con aquello que ella guardaba celosamente. La hirieron.

Hoy brindo por ella, por el amor que le tengo, porque nunca será mía, porque me duele verla llorar por un hombre que no sabe valorar."

Terminé mi discurso y mi nuevo compañero de penas, sin quererlo, soltó una lágrima pérfida, la secó y dijo:

"Compañero, ¿cómo puedes vivir así? ¿cómo puedes amar a alguien que sabe nunca será tuya?

Yo, yo soy un pobre diablo que a diferencia de ti, no esta seguro de lo que quiere, pero sabe de la belleza de la mujer que lleva en el pecho, clavada como una estaca, porque tal vez este seguro de que hay pocas mujeres como ella, pero hay muchos hombres como yo, que tal vez ella algún día se cansará de este pobre diablo y entonces buscará a alguien que viva como ella, y entonces no quiero ser como su dama, no quiero que a mi me lastimen, y entonces fui yo quién salió corriendo, para evitar el dolor que ahora vive la mujer por la que tú sufres."

Guardó silencio y bebió hasta el fondo de su cerveza, no dejó una sola gota, y en mi, para ese entonces, sólo me surgía un viejo dicho: "El mundo es muy chiquito" ¿Será posible? ¿será un juego? Tenía que salir de dudas y entonces saqué el celular, busqué una fotografía de aquella mujer por la que estaba embelesado, y le dije al sujeto de la barra: "Dime que esta no es la mujer que has lastimado por no salir herido, por cobardía. Pero así como digo, Dios sabe cuanto te encanta".

El silencio reino, como jugada del destino el lugar calló la música, los demás callaron y él sólo miraba el celular aquella imagen, y en su rostro estaba marcada la expresión de estupefacción más aterradora que he visto en mi vida. Trás un segundo siniestro volteó a ver mi rostro, apartando su cuerpo de la barra y de sus labios sólo se pudo escuchar un "no es posible" ahogado.

La sangre comenzó a calentarse, sentía mis miembros temblorosos, tenía rabia e impotencia, quería golpearlo, quería hacerle saber cuanto lo odiaba, y le dije:

"Eres un idiota, no sabes cuán idiota eres. Tienes a tus pies a la mujer más fascinante de mi vida, a la mujer que emite luz tan sólo con sonreír y verte a los ojos. ¡La tienes, carajo, la tienes! y tú sólo pretendes que no importa, sólo por una estúpida corbardía."

No pude decir más, ambos sabíamos que si seguíamos en el mismo lugar aquello no terminaría bien. Él sólo pudo responder con un "lo siento, hermano, en verdad lo siento, no puedo ser valiente, no ahora, no con ella."

Mientras me apartaba de la barra y a su vez de aquel hombre que había destrozado a la mujer que amaba le grité sin importar si la gente llegara a pesar que estaba loco:

"Felicidades, la has convertido en piedra, porque si antes llevaba una armadura, al romperla lo único que has conseguido es que se vuelva de piedra y nadie más pueda tener acceso a ella, ni siquiera tú."

Salí de aquel bar sin rumbo, pensando en ella, imaginando su mirada, sus ojos café,  para así poder calmar mi rabia.

sábado, 7 de febrero de 2015

Pequeñas conclusiones.

Una pequeña pizca de azúcar con sal, una sobredosis de excitación y desvelo. 
Cabellos y frío, marañas de ideas y deseos, y al final nada. 

A veces todo llega como cubetazo de agua helada, sin quererlo, sin pedirlo, en ocasiones nada tiene una explicación tangible o razonable, a veces simplemente pasa. (Cómo me pasó a mi, y sigo sin entender porque, nunca me pasa,  soy una coraza)

El deseo puede jugar, el deseo puede ser la carne y la piel, puede estar presente en la claridad de la mañana o dormitando en la noche más helada. El deseo puede arrancar almas y sueños, e inclusive puede confundir hasta el corazón más estable. (Cómo al mío. Pero ya esta de nuevo en si sitio)

Las razones a veces no se pueden expresar o sólo están ausentes de las circunstancias. Las explicaciones no siempre llegan en frascos de verdad o mentira, a veces llegan confundidas. No todo se puede explicar, no todo se puede usar. 

Los silencios no siempre otorgan, los silencios a veces duelen. Pueden ser bombas que explotan y destruyen poemas a su paso. Quién calla no confiesa, no responde. Los labios cerrados pueden ser los labios más lastimados producto del alma más rota del mundo, de la mente fracturada, de la psique dañada. 

El vació en el estomago no es sólo producto del hambre, las náuseas son otras tanta formas de hacerte entender que no puedes seguir igual, que no puedes ser un alma rota, una vida perdida. Aquellas astillas en el cuerpo son maneras de hacerte entender que debes valorar tu vida, lo que eres y disfrutar lo que has decidido hacer con tu vida. Aceptarte y amarte a ti mismo cómo nadie más lo hará.


En ocasiones las palabras sobran, los labios reinan, la saliva y los dientes, besos. 

No siempre todo funciona, no toda confusión se aclara, no todos entregan de la misma forma, no a todos les pasa igual. Pero sin duda alguna todos merecen ser felices. (Incluso yo)

Y bueno, nadie merece ser un alma rota, amigo mío, y por lo mismo estoy aquí, apoyándote, porque mereces ser feliz, un alma libre, amigo, reinar tu propio mundo, tu propia mente. Ser feliz.
Porque soy hombro, para todos, todos mis amigos.



P.S. 

Perdón, es la única forma que conozco para liberar mi alma, porque siempre he sido así, y por cada confusión o persona en mi vida, siempre, sin excepción, existirá un escrito. No me odies por escribirte aquí. 


martes, 27 de enero de 2015

Algo sobre mi corazón roto.

Hoy voy a escribir desde lo más profundo de mi alma. Hoy sólo seré la Extranjera hablando con el corazón en la mano, como dicen por allí. 
Esto puede ser considerado un cuento corto más, una historia con un personaje que nace de la fantasía de la chica que teclea sin parar frente a la computadora, que escribe aquí en este blogg desde el 2009, o tal vez puede ser considerado uno de los arranques de sinceridad más profundos que alguna vez pude haber hecho llegar a los ojos de los demás.

Sin más preámbulos les contaré una pequeña y grande historia.
Soy la Extranjera en el 8-C y me ha tocado una de las formas más crueles de amar.

Dicen que cuando eres adicto nunca se deja de serlo, sólo lo controlas,  no hay forma de que esto desaparezca y entonces seas como antes, sólo existe la rehabilitación y en ella te enseñan a controlar aquellos impulsos que te llevan a aquello a lo que eres adepto. Pues bien, si eres adicto a algo y has estado en una especie de rehabilitación, entonces, podrás comprender y entender perfectamente lo que digo y me dirás que es cierto. 

Soy Extranjera y soy adicta. No sé cómo llegué a este punto, ni donde saqué el valor suficiente para salir  adelante, y sé que en este trayecto he estado sola, en parte acompañada por mis mejores amigos, pero cuando uno es adicto, en realidad se esta solo. 

La dependencia sin sentido  a algo mata, destruye y te priva de tu propia elección. Yo lo aprendí hace más de 4 años cuando por primera vez intenté desprenderme totalmente de él. De sus manos, su piel, su compañía, esos besos que enseñaban, pero sobre todo de su edad.

Soy Extranjera y soy adicta a un hombre. Soy adicta a él, al de la piel entintada, al del lunar en la mejilla, al sujeto que vive la misma adicción hacia una persona, hacia mi, y entonces salir de esta para ambos es aún más difícil. 

Lo conocí cuando tenía 15 años y desde entonces no pude desprenderme de él, pero no fue sino hasta tres años después de conocerlo que comenzamos una relación "amorosa", si es que se puede llamar así, una relación intermitente y dañina, y no podré negar que lo amé, y lo podía decir en su momento, entender porque estaba a su lado era fácil, pero entonces todo comenzó a ser tormentoso y ya no pude explicar porque seguía a su lado, porque acudía a su llamado o porque él acudía al mío, porque si yo le llamaba él siempre estaba para mi o porque si el aparecía en el umbral de mi escuela no le ignoraba y aún sabiendo que me dañaría, que lo lastimaría, que nos odiaríamos y amarías a la vez no nos dejábamos. No fue hasta que comencé a sentirme marchita, vacía, horrible y sobre todo muerta, que entendí que tenía que alejarme de él. 

Hoy les escribo desde una recuperación lenta pero segura, hoy 27 de Enero de 2015 cumplo dos años sin verlo, tocarlo, besarlo, pero no puedo decir que estoy libre de toxina, o rehabilitada al 100% porque mi foco de adicción sigue allí, latiendo, buscándome, porque el de la piel entintada no tiene aún el valor de salir del hoyo que cavamos juntos desde hace más de 7 años, y entonces para mi ha sido más difícil, porque por más que intento no saber nada de él, termino por responder algún mensaje o lo más difícil es tener que evadir sus múltiples números de celular porque entonces nunca puedo saber a ciencia exacta cuando será él o no, así que no estoy limpia, no lo he visto pero he hablado con él, no estoy recuperada pero estoy luchando por lograrlo. 

Necesito seguir siendo fuerte, porque de situaciones así se aprende. Las relaciones tormentosas y que te rompen en verdad el corazón te enseñan muchas cosas. Hace dos años escribí una carta en donde por primera vez fui lo suficientemente fuerte para poder hablar con sinceridad acerca de aquella relación lacerante, pero sobre todo tuve el valor de aprender de ella. 

Y así como en aquel día en donde me dispuse a tener entereza, así hoy tengo que seguir firme y alejarme de todo aquello que pueda tornarse en mi contra y hacerme daño, hacerme sufrir nuevamente. Porque aprendí que no daré todo a quién me entrega a medias, o a cuartos, aprendí que debo valorarme y tener dignidad. Que valgo lo suficiente para estar con alguien que así lo crea, y que si lo cree sepa luchar por mi. Aprendí que no puedo reparar almas rotas, no ahora y cuando pueda sólo serán mis pacientes. 
Pero sobre todo aprendí que aún no creo en el amor para mi, que sigo rota, que me destruyó tanto esa relación, esta maldita adicción,  que mi corazón sigue estando hecho una mierda y que por más que les hablo bien del amor a mis amigos, que por más que los aliento a seguir adelante, que los fracasos sólo son fracasos y que hay que tener valor para seguir creyendo en los sentimientos, en el amor, que les digo que nunca se rinda, para mi no es así, yo estoy decepcionada, rota y renuente al amor porque mi corazón ha sufrido más de lo creí poder superar. 

martes, 6 de enero de 2015

Bitácora del olvido (V)

Comienzo nuevamente la cuenta.
Día 47

Comencé  la redacción de esta bitácora de su olvido dos años atrás, si fuera constante y fuerte en mis decisiones acerca de él, seguro ya no sabría que día o mes sería desde que lo dejé rezagado de mi corazón, pero hoy tocó a mi puerta nuevamente. 

Supe que se casaría hace más de tres meses y entendí que tenía que alejarme nuevamente de él. Dejé de recordar bajo las sábanas de mi cama sus manos, su aroma, comencé a vivir para mi y conocer gente nueva, toqué fondo hace 47 días cuando una vez soñé con que podríamos ser como aquella imagen. Nunca volveré a ser su ella. Llamó ese día clamando por mi amor, entregándome su amor, volví a sentirme niña, vulnerable, me habló de lo nuestro, y su voz sonaba a mentira, entonces supe que él nunca cambiaría. Hoy son 47 días desde que decidí olvidarlo, desprenderlo de mi piel, abandonar en un rincón sus besos.

Hoy es un buen día para alejarme por fin de él, porque aunque haya llegado a mis oídos la noticia de que no se casó, de que me  lleva para siempre en su piel entintada, ya no quiero tener su huella en mi, ya no quiero sus besos envenenados y sus caricias de cristal roto. 

No lo quiero más. 

El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.