martes, 29 de abril de 2014

Carta a Daniel Carrillo, mi padre.

Daniel, que digo, papá.

Necesitaba escribirte, de alguna u otra forma decir todo de la única forma valiente que tengo, a letras, a palabras, a cartas. 

¿Seré cuestionada por escribirte, por apenas afrontar la realidad y hoy, a casi 5 meses de tu fallecimiento dedicarte lo que siempre he sabido hacer, lo que nunca te hice llegar en vida, lo que últimamente me motiva, esto, una carta? Tal vez es más mi forma de liberar algunas cosas, miedos e incertidumbres. Tal vez, sí, esto sea sólo por y para mi. Y es que últimamente has estado tan constante en mi pensamiento, aún no sé porque, creo que  por fin entendí que tu partida, en esta ocasión, es eterna.

Nunca supe como comunicarme contigo, como decirte que te amaba a pesar de todo, que no importaba nada, que me hubiese gustado que vieras en mi a esa niña pequeña que necesitaba palabras de aliento, de amor, que me hicieras ver que era bella, gordita, cachetoncita pero bella, esas palabras nadie podrá compensarlas, nadie. No puedo explicar cuanta falta me hicieron al crecer, al mirarme al espejo; siempre pensé que era el patito feo de papá, cuanto daño me hizo esa suposición, tanto que a veces vuelve a mi. No te culpo, no se enseña a ser padre.

Pero antes de seguir, quiero decir que te escribo desde la tranquilidad de mi alma, no con rencores, no por fastidiar a aquella mujer que, nunca lo dudé, amaste mucho, a tu manera y que por ella renunciaste a todo. Lo hago para decirte que soy feliz, a mi manera, pero no como tú siempre lo dijiste: "al final uno siempre se queda solo". Yo  aquí estoy feliz, aunque no entiendo porque repetidamente te obstinabas en hacernos ver que la vida te deja solo, porque miro a mi al rededor y yo no estoy sola, tengo a gente que me ama, y esa gente tampoco esta sola, porque por lo menos, y aunque no sea mucho, me tienen a mi, estoy allí para ellos, aunque sea sólo en palabras de aliento, pequeñas acciones, abrazos, besos o en silencios con la mano en el hombro, estamos así, y eso, papá, eso es para mi felicidad, es amor, es saber que no estamos solos del todo. 

Soy feliz, aunque este un poco rota, sea un tanto melancólica (pero bueno, la melancolía es mi estado natural, tal vez por eso disfruto tanto el arte de escribir), y hoy, inexplicablemente me siento más feliz, llena de vida, energía y amor propio. 
Me levanté de la cama con la firme idea de que nadie me haría sentir mal, ni nada me haría amargar. 
Besé y abracé a la mujer más fascinante del mundo, más bella, la mujer que más amo  y que nunca dejaré de hacerlo, le dije "Te amo, mamá". Es tan bello ese amor correspondido, es tan hermoso sentir que alguien conozca a la perfección tus virtudes y defectos, y a pesar de todo te ame incondicionalmente, no hay amor como el de una madre, bien lo sabrás tú. 
Así como amo a mamá, también amo a sus otros dos hijos, tus otros dos hijos, mis hermanos, que tanto han estado para mi, ayudándome, defendiéndome, armándome, a veces en silencio, a veces en peleas, en múltiples ocasiones en abrazos, y, como el día en que te dejamos en tu hogar eterno, en una conjunción perfecta que nos hizo ser uno mismo, de la forma más triste y hermosa que nos hemos amado.

Padre, ¿sabes? existe una única cosa que podría haberte reprochado, pero por cobardía, por miedo a que dejaras de amarme, que me prohibieras las visitas o simplemente te enojaras, nunca lo hice, y es que, papá, ¿por qué no luchaste por nosotros? ¿por qué si mamá nunca te hizo renunciar a nosotros, si hasta incluso te suplicaba que lucharas por nosotros,  por estar para nosotros, tú nunca lo hiciste? Pero no tiene caso volver a preguntarme eso, al final, por mi estólida cortedad nunca sabré la respuesta.

Hoy tengo tanto amor dentro de mi, tanta felicidad,  que me acongoja sólo una cosa, la única cosa que hoy me aferra a mi incesante nostalgia, y es que nunca te dije lo mucho que te amaba -amo-, y aún guardo muy bien en la memoria el último día en que te vi, en que te besé y abracé y por estúpida, por miedo, no te dije "te amo, papá, siempre lo he hecho, aunque las palabras no me salgan, aunque no lo diga en cada momento, yo te amo, papi". 
Que devastadoras pueden ser las palabras no pronunciadas, por eso hoy necesitaba ese abrazo (que le agradezco sinceramente a quien me lo ha dado), pero más que nada, tal vez por eso hoy este escribiendo esta carta, que aunque tenga destinatario, sé perfectamente, no llegará a su destino, nada podría hacerlo, nada de lo que he dicho podría llegarte a ti, papá. 

¿Cuán afligida puede estar una persona que se encuentra sumida en la felicidad espontánea como para escribirle al recuerdo de un fallecido? No sé la respuesta, pero aquí estoy yo, como prueba irrefutable de que es posible.

Te amo, aunque ya no sirva de nada decirlo, te amo.

Con amor, tu pequeña hija, Ana, tu "gordis".


P.D. Aún con tu ausencia en mi vida, a pesar de todo, me enseñaste una de las más grandes lecciones de mi vida: nadie estará tanto para mí, como yo misma. 

lunes, 28 de abril de 2014

Abstinencia.



Después de todo siempre fui honesta (siempre lo he sido, y siempre lo seré) y le dije al mundo lo que tú eras -eres- para mi, esa dosis de necesidad inventada, de no tener la razón del porqué mi cuerpo te necesitaba -necesita-, que eras eso que me hacía -hace- temblar con el simple mencionar tu nombre, que me empapa la memoria y algo más el hecho de recordar tu mano en mi mano, tu piel entintada. 

No puedo negar que me hace sentir débil y vulnerable el no poder dejar de recordarte, de no poder dejar de sentir que esta puta necesidad me invade cada que intento no pensarte, que me agobia saber que soy una jodida adicta de tus besos, tus manos, tu presencia, tu risa, tus palabras, del lunar de tu mejilla,  tus lecturas bizarras y sobre todo de la forma en que me amabas, dañina y sensible, cruel y apasionada, pero al final, era amor.

¿Cómo olvidar todo lo que fue, fuimos? A veces siento que sería más fácil si existiera algo así como el "Alcohólicos Anónimos", "Jugadores Anónimos" o "Glotones Anónimos", un grupo de apoyo para dejar la adicción a las personas, que es tan devastadora y lacerante como cualquier otra adicción, que existieran reuniones donde los demás contaran su historia y el cómo han logrado alejar esa necesidad, y entender que no estoy sola, que allá afuera hay tantos como yo queriendo dejar de lado esta etapa atroz, siendo valientes y enfrentándose a la realidad.
Pero siempre termino con la misma conclusión, dejar esta necesidad injustificada sería aún más sencillo si tú dejaras de coquetear cual muerte en el pabellón de los suicidas, si tú, droga mía, dejaras de insistir y te fueras por completo, para que seas sólo un mero recuerdo que viva ahogado, callado y olvidado, y si en algún momento mi cuerpo o mente te necesite no dispares endorfinas.



sábado, 26 de abril de 2014

El chico de la chamarra negra en su nuevo hogar

Existen historias que son grandes, que van más allá de un par de escritos o, en este caso, cartas, así que
 El chico de la chamarra negra dejó este hogar, el 8-C, para irse a su propia casa, lejos del blogger, pero cerca de la chica de los converse, siempre aquí, en la vida virtual, en las historias que Extranjera siempre tiene para contar, para escribir.


Les dejo el link en esta entrada, porque la chica de los converse siempre será Extranjera. El chico de la chamarra negra

miércoles, 9 de abril de 2014

El 9 de Abril nunca puede pasar desapercibido. Feliz cumpleaños hermano.

Hoy cumples 24 años, aún eres mi hermanito mayor, sí, así, en diminutivo, porque tú siempre serás eso, mi hermanito. 
Es 9 de Abril de 2014, es la 1 de la madrugada y desperté con las ganas de correr a tu habitación y darte un abrazo, un beso y decir "¡Feliz cumpleaños hermano!", pero de nada serviría porque hace años esa habitación ha estado vacía y se llena de luz nuevamente sólo en vacaciones, ya sabrás, Verano e Invierno, y si bien nos va, la vida nos regala la dicha de tenerte aquí los días "santos". Así que tuve que apagar las ganas de abrazarte y terminé escribiendo todo lo que alguna vez te he dicho, lo que aún no te he contado y lo que sé, sabes que siento.

Hermano, te extraño tanto, cumples 24 años y aún nos veo jugando como los niños que eramos, salvando la vida de "cuco" una y otra vez, sin descanso, quién lo diría, al final salvarás la vida de muchos cucos de una forma muy distinta, arriesgando la tuya; tal vez nunca termine de entender tu decisión pero aquí estoy, apoyándola, viendo lo difícil que es y será tu vida, hermano, somos lo que decidimos, y sin dudar, para mi eres más valiente que cualquier hombre que pueda conocer. Y nunca dudes de que eres más valiente que ese señor que aún guardamos en secreto en nuestro corazón. 

24 años y sé que siempre fuiste más maduro que los demás, tropezaste, como todos, pero supiste levantarte y seguir andando, sin rendirte, porque desde pequeño entendiste que la vida no es cosa sencilla, que nada es gratis, que hay que sudar para obtener lo que uno sueña, anhela, lo que uno necesita. Y ahora lo haces más que nunca, estas luchando por no estancarte, por obtener las cosas que quieres, aunque estés lejos de casa, de mamá, de tus hermanas, a veces más solo que la soledad misma, estás dando batalla, siendo tenaz, firme con tu decisión, que nunca fue fácil, que nunca lo será. 

Aquí se siente tu cumpleaños número 24, aunque no estés presente, en esta casa, en estos brazos familiares que se mueren por estrecharte y dejarte un buen apretón de espalda. Aquí siempre serás el niño de la familia, aunque no podamos llamarte y escuchar tu voz el mero día de tu cumpleaños, aunque sabemos que difícilmente pasarás otro cumpleaños en casa, en esta que siempre será tu casa, aquí siempre lo festejaremos, aunque estés siempre lejos, pero recuerda, el próximo año seguro podremos escuchar tu voz el mismito día del aniversario de tu natalicio, no siempre será como hoy.


Siempre serás el bebé de mamá, el hermanito de la hermana mayor y el héroe de la hermana menor, de mi. Porque así como sabes que siempre estaremos para ti, sabemos que tú siempre estarás para nosotras, porque siempre supimos quien y como era nuestra familia. 

24 años, que tarea llegar a ellos, pero lo has logrado de una buena manera, por tanto, ¡felicidades!, te amo, hermano. No veo la hora de verte nuevamente y poder darte este abrazo y este beso que he tenido que guardar esta madrugada. 
¡Feliz cumpleaños, hermano, felicidades!





P.S. Gracias por estar allí, cuidándome, defendiéndome de los malos, de mi misma. 

El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.