Paul García, querido amor.
Antes que nada quiero que sepas que no esperé una fecha comercial para escribirte, sólo es que hoy desperté con esa sensación de querer decirte todo eso que me has aportado, todo eso que me haces sentir y por lo me has ayudado a crecer.
Sé que con los años a veces se pierde el detalle de expresar el amor que uno siente hacia el otro, y no quiero que pasen más meses sin que sepas que a pesar de todas las vicisitudes y de todos esos embrollos que hemos pasado aquí tengo mi vida para ti, para compartirla contigo, para ser siempre uno a lado del otro (hasta que esto nos dure, que espero que sea para nuestra eternidad).
Un día me giré en la escuela para entrometerme en una charla en la que participabas, y sé que me viste con cara de "esta mujer porque se mete" y me apene, y sólo pude regresar la mirada al frente. Tiempo después coincidimos en una reunión en un bar y allí, entre la nada y lo que puede ser, estábamos charlando, y sin querer comenzó lo que ahora es 4 años de relación.
Llegó el altibajo más cruel de mi vida, y allí te quedaste tú, a mi lado, porque para ese entonces ya había demasiada conexión entre ambos, quizá no te había expresado cuán agradecida estoy de que me apoyaras y de que lo sigas haciendo, a pesar de que esta batalla que libro contra la vida es algo que no pediste, que no mereces vivir, y aún así, sigues ahí, al pie del cañón.
Sé que he cometido errores, qué he sucumbido ante ciertas situaciones que han puesto en riesgo esto que hemos construido, y quiero que sepas que me arrepiento, y sé que con pedir un perdón no basta, que con el arrepentimiento no se remiendan los daños en el corazón. Por eso, quiero que sepas, que todos los días lucho por volver a cimentar la confianza que en algún punto traicioné.
Del amor poco sabía y del dolor me había convertido en experta, y por ello había hecho una coraza en mi corazón que tú supiste atravesar sin dañar, porque te enseñaron desde casa que un hombre no lastima y que ofrecer lo que uno es, no lo que uno tiene, es más poderoso que las palabras vacías.
Me has enseñado que la vida no es cálculo cuadrado, que la existencia es más que aprender de libros y teorías, que allí afuera te pueden comer por no saber de la calle, que uno puede seguir en este juego si se tiene intuición y sobre todo si hay pasión por la vida misma.
Me encanta tu ejemplo de perseguir los sueños y convertirlos en realidad. Tu entereza ante los problemas.
Hoy, me doy cuenta de lo mucho que significas para mi y de lo poco que te lo he escrito.
Una vez leí en algún sitio que "si un escritor se enamora de ti nunca morirás", y es cierto, porque habrá historias, cuentos y cartas dirigidas así ese ser amado que lo harán perdurar. Así que hoy me prometo que no dejaré que mueras, porque te amo, porque si algún día esto que tenemos se apaga me encantaría que el mundo siempre recuerde que en este corazón remendado has vivido y siempre vivirás.
Firmaré esta carta sin un seudónimo, porque quiero que sepan que esto que siento por ti es real y no son palabras al aire.
Con mucho amor, Ana Rivera.
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