lunes, 20 de enero de 2025

Lo que yo jamás podré ofrecerte.

 

Mereces a alguien que te respete, que te de la oportunidad de también tener momentos malos, así como buenos.

Mereces a alguien que te de la estabilidad emocional que, poca a mucho, esta vida puede ofrecernos.

 

Yo hace años dejé de ser ese alguien para ti, creo que tal vez jamás lo fui, sólo que cuando llegaste a mi vida estaba tan elevada que nunca nos dimos cuenta que yo no era eso que mereces, porque mereces más que unas lágrimas pérfidas por la noches, mereces mucho más que ver cortes y moretones en piernas y brazos, mereces mucho pero mucho más que fármacos escondidos para que cuando el día llegue y la decisión sea permanente sean sacados de su escondite.

 

Tú no mereces días de silencios y de agobios, no mereces discusiones en pequeños charcos de agua, antes bien, por ser quien eres, por lo que eres, mereces ser feliz, gozar plenamente de tus logros, victorias, de tus alegrías y porque no, también de tus tristezas.

 

Yo agradezco el esfuerzo, toda esa paciencia, ese intentar entender qué es lo que pasaba por mi vida, por mi mente, por mis emociones, en verdad sé que en algún punto intentaste entender cuando te dije que mis emociones eran más intensas de lo común, que era como si yo fuera un paciente de piel quemada y que al caminar por las calles y me cayera una hoja, mi sentir, ese dolor en la piel viva, jamás iba a ser igual al de alguien que no tiene una piel quemada, pero en verdad sé que lo intentaste. 

Sólo que sencillamente la vida no se trata de sólo intentar, y mereces más que eso, mereces tener a tu lado a alguien que no sea en sentido figurativo una piel quemada, mereces a alguien que te escuche, abrace, que te entienda, que comparta de la misma manera tus alegrías y tus tristezas, que enfrenten juntos molinos de viento y que ganen batallas hombro a hombro. Que noche tras noche vayan a la cama, se amen y se abracen y que duermas tranquilo, sin la zozobra de saber si a media noche esa persona estará llorando, estará golpeando muebles, si se estará lastimando o peor, que esa persona que estas amando esté intentado dejar este plano terrenal. 

 

Mereces la plenitud que yo jamás podré ofrecer, porque aunque lo intente, estoy condenada a una vida de miedos, tristezas, exageraciones, porque la vida se empeñó en darme esto, esto maldita sea, que no es vida, que es ser Sísifo con su piedra y noche tras noche, volver a la falda de la montaña para volver a cargar ese lastre que se llama locura.

 

Porque te amo y sé que mereces mucho más, más de lo que yo pueda ofrecer alguna vez, te dejo ir, porque mereces ser la persona más feliz y plena de este planeta, mereces volar sin ningún tipo de lastre. 

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El grafógrafo [Salvador Elizondo]

"Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo."

El grafógrafo.

Salvador Elizondo.