Así que una vez estabilizada mi economía me salí de esa maldita residencia y alquile con una parte de la beca un cuarto con salitre, polilla y tubería vieja para poder viajar y trabajar en mis proyectos escolares, una pequeña parte la destine para mi alimentación, lo demás para mis estudios y lo que me sobra que es mucho en combinación con ese 35% para mis cigarros, mis drogas y el alcohol.
Me di la vuelta y nuevamente vi a un personaje extraño a un lado de mi, pero esta vez tenia la ligera impresión de que sí lo había visto antes, comencé a recordar caras y apareció, era el pequeño Santiago, un chileno que venia de intercambio, estaba apenas en el cuarto grado de arquitectura y ya sumaba a la lista de pendejos que amanecían a mi lado.
Salté de la cama, sabía que la central me quedaba como a 2 horas del cuarto, así que si Aby llegaba a las 12 tenía que apurarme para ir, ni modo tendría que esperar si era a las dos su arribo, pero más valía que me viera allí.
Fui al baño y con la jícara me di una tallada rápida, la regadera se había descompuesto y era obvio que el dinero no alcanzaba para el plomero, me puse lo primero que encontré y desperté al chileno, le pedí que cuando llegara ya no estuviera allí, podía dejarlo solo en el cuarto ya que no había nada que se robara.
Automáticamente camine hacia el tren ligero, parecía zombi, saque el aparato del demonio llamado celular, me puse mis audífonos y baje las escaleras escuchando

¡Puto viernes navideño! el tren se tardó más, que horror, subí y camine hacia el TUR, lo espere.
¡Puto viernes navideño! una vez más esperar y esperar y yo con esta cruda y un poco viajada era molesto y no podía esconder ese malestar, pero tenia que ir por Aby.
Aby era una francesa que vivía en Pachuca y venia de vez en cuando a Jalisco. La conocí en una reunión que organizo El loco Fidel , esta vez prometía traer unas confituras de alguna sustancia que te hacia volar por un buen rato y por eso le ofrecí alojamiento en el pequeño cuarto.
Llegue a la central, la francesita llego a las 12:00, "que bien" me dije "no tendré que esperar".
Había vendido una gran cantidad de tachas la noche anterior así que se ofreció a pagar el auto amarillo, me contó que se había enterado de la fiesta que Paco puchares había organizado y me confesó que se le hizo extraño verme en la central, creía que apenas estaba llegando a casa en compañía de un buen cabrón, el taxista miro por el retrovisor después de haber escuchado el comentario de Aby y a nosotros sólo nos quedo reír en silencio.
Aby me echo una mirada y la desvió a un pastillero, yo conocía esa mirada, me estaba presumiendo las confituras.
Cuando llegamos al cuarto el chileno ya no estaba, baje al teléfono de monedas y marque a Alex, jime y al gonzi, mi cuarto era el único lugar donde podían esconderse de las enardecientes y castigadoras miradas de sus padres, así que el trato era siempre el mismo yo ponía el lugar y ellos el agua vital, así de esa manera evitaba gastar en alcohol y reservaba para mis drogas. Llegaron media hora después.
Nos sentamos en el piso y aby sacó 5 confituras, nos correspondía una sola y nos dijo –eso no es todo chavos, un al

No se atrevían a tocarlas, hasta que aby dijo –bola de maricas- y tomó la confitura y se la llevo a la boca comenzó a chuparla y enseguida resbalaron por sus pupilas 8 gotas de aquella sustancia. Se quedó recostada y el gonzi le siguió, para ese entonces jime y yo estábamos preocupadas, Alex abrazo a jime, la recostó y les puso las gotas y le dio la confitura, después lo hizo él, “todo el día en un viaje, que más da” y lo hice también.
12 minutos después, una vez acabada la confitura abrí los ojos y me incorpore, no vi a nadie y enojada grite –chingado, ¿Dónde estas?-
Aby respondió –Aquí estamos ¿no nos ves?- no pude responderle al aire. Escuche la risa de alex y a jime diciéndole que había abortado para estar con él. Algo raro pasaba el cuarto era más pequeño y más viejo, se veía sucio, logre escuchar al gonzi hablar con alguien, le contaba todo lo que había pasado en los últimos cinco años, comprendí que hablaba con la imagen de Federico, su hermano mayor a quien le habían matado en una manifestación, esos cabrones de los policías hacia ya 5 años, Aby lloraba y lloraba y me abrazó –Ana Ana- me dijo –Alberto no me engaño, me lo acaba de decir, estaba aquí ¿no lo viste?-, yo veía cochambre y veía como las paredes se gastaban, sentía que el edificio se desmoronaría y así lo veía, Alex reía y reía mientras jime le confesaba que su padre a los nueve la violaba. Gusanos y arañas salían de las paredes y salté a la cama, cucarachas se comían el suelo y les escupí, mi baba parecía ácido, dejó un agujero en el piso y de ahí salió mamá, ¡Mamá era mamá! Con ese suéter tejido color durazno con el que la habíamos enterrado, se apenaba de mí, me veía y se avergonzaba de su Ana, de su pobre hija y regreso al hoyo.

Eche ese liquido viscoso a esa nave espacial y no volví a saber nunca más de aby, jime, el gonzi, alex y mi estimado paco pucheros.
Ana Karen Carrillo